DOS PROPUESTAS
PARA SAN MARCOS
Rodrigo Montoya
Sendero Luminoso (SL) usó una vez más los patios de San Marcos para anunciar que participará en las elecciones del próximo año con las banderas de amnistía para Abimael Guzmán y reconciliación general que supondría también la libertad de Alberto Fujimori y todos los presos. Ninguno de sus voceros dijo una sílaba sobre su renuncia a la lucha armada, pero su intención electoral confirma su fracaso militar y es también una confesión de su derrota política. Si como anuncian entran en el terreno electoral emprenderán una aventura en la que tendrán que lidiar contra su propio pasado.
En las dos últimas semanas se ha escrito mucho sobre SL y San Marcos. Por su lado, el Congreso aprovechó de la oportunidad para aprobar un viejo proyecto de ley universitaria con la sorpresa de algunos cambios que el presidente García tarda en aceptar, enmendar o rechazar. En el caso preciso de San Marcos hace falta una reforma de la que no se habla. ¿Tenemos los profesores formación para administrar una enorme institución de 30,000 alumnos, 3 mil profesores y otro tanto o más de empleados? Me atrevo a responder no. Consecuencia de esta carencia es la improvisación de jefes y su inevitable empobrecimiento académico. Hay excepciones, sin duda, pero lo que cuenta es la norma. La solución es crear dentro de la propia Universidad una subespecialidad de administración universitaria, dejando a los profesores su dedicación exclusivamente a asuntos académicos. Que la economía y la administración vayan por un lado y el trabajo académico y de proyección social, por otro.
Hay dos vergüenzas de las que tampoco se habla: de los rectores y jefes de la Universidad que pagan una dieta a los estudiantes delegados y de éstos que cobran por asistir a reuniones, como si fueran regidores del municipio de Lima. Se trata de una práctica perversa relativamente nueva y no sé si está legalmente fundada. Si queremos que San Marcos resuelva sus problemas, una decisión inmediata debe ser cortar de raíz esta fuente de corrupción. La participación de los delegados estudiantiles es para aprobar o desaprobar lo que el Rector y su consejo proponen y para presentar algunas iniciativas propias. ¿No es la dieta estudiantil, en los hechos, un medio de compra y venta de votos? ¿De dónde salió esta nueva práctica de beneficencia social? He oído varias veces, dentro y fuera de los claustros, que en San Marcos se comprarían votos con lap tops. Si fuera cierto, los responsables de esos delitos debieran ser juzgados y expulsados de la Universidad. Si no fuera cierto, se trataría de un malvado rumor.
Corresponde a los propios estudiantes de base y a los profesores no comprometidos con esas prácticas inmorales exigir la anulación de esas dietas. Tenemos el deber de defender el espacio de la moral y la ética en San Marcos y en el país. ¿Qué se puede esperar de delegados estudiantiles que cobran dietas?
La Primera
10-07-10
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