martes, 21 de julio de 2009

ADIÓS A NADEIRA,
MAESTRA

César Lévano


Nadeira Barahona, maestra y luchadora social, ha muerto. Diré que la conocí en los días de la dictadura de Odría, cuando ella era una joven aprista prisionera en el Hospital Loayza. Yo acababa de salir de la cárcel.
Nadeira se había hecho aprista en el Colegio Nacional Rosa de Santa María, durante el breve interludio democrático 1945-1948. Era alumna de San Marcos cuando se produjeron el levantamiento aprista de octubre de 1948 y la ilegalización del Apra. Le indignó ver cómo los tanques rompían las puertas de la Universidad, es decir de La Casona, y se enfrentó a los soldados revólver en mano. Tenía 20 años de edad.
Era mujer de armas tomar. Fue apresada. Como estaba enferma, no sé si por maltratos, la tenían encerrada en el Loayza en una caseta custodiada por dos guardias republicanos. Le llevé un mensaje de los apristas rebeldes presos en el Sexto.
Después marchó al destierro. Como Juan Pablo Chang y Gustavo Valcárcel, se hizo comunista en el exilio. En ese tiempo recorrió Bolivia, Brasil, México, Europa.
En México trabó amistad con desterrados como Manuel Scorza. Nadeira era intelectualmente brillante y de honda cultura. Cuando murió Scorza me dijo por teléfono: “Manuel era un gallo de pelea. Siempre iba a ser joven”.
En los días de la recuperación democrática, volvió al Perú. Con otros compañeros, compartimos militancia y pobreza. No sé cómo mi tía, hermana de mi padre, nos agenciaba unos almuerzos que se tornaban aún más suculentos por el sabor de la fraternidad.
Allá por 1947 publiqué en un periódico olvidado un cuento al que titulé “Una sonrisa en el verano”. El director lo hizo aparecer con el título de “Una María que se fue”. Entre risas, Nadeira me dijo: “Es un cambio huachafo, pero el cuento es muy bueno”.
No conocíamos la mezquindad.Por esa época, Nadeira casó con Virgilio Roel, otro marxista proveniente de las canteras del Apra. Alejada del PC, siguió siendo una luchadora. Era, además, educadora. En tal condición llegó a ser elegida Decana de la Facultad de Educación de San Marcos.James Joyce escribió que un retrato escrito no debería ser una ficha de identidad, sino la curva de una emoción.
Acatando ese mandato estético, no puedo cerrar estas líneas sin recordar a la Nadeira joven, a la gorda Nadeira que ponía en la lucha y el discurso, no la ponzoña del odio, sino, junto con la claridad de las ideas, la cristalina alegría.Nadeira evocó una vez los días del destierro que compartió con Chang en México. El futuro guerrillero, muerto en Bolivia como compañero del Che, estaba enamorado de una bella colombiana que no le correspondió. Pero “el chino” no perdió su sonrisa perenne.
Fuimos, creo, una generación alegre.Nadeira: en homenaje a nuestra juventud sin sombras, que éste sea un adiós sin lágrimas
La Primera
21 de julio de 2009
POSMODERNIDAD
EN LA ECONOMÍA

Oscar Ugarteche



A fines del siglo XX, en la década del 70, se inició la segunda revolución del conocimiento. Se afirmaba entonces que la economía basada en el petróleo había terminado su ciclo, iniciado según unos en 1908 y según otros en 1930, y que comenzaba la era de la tecnología basada en el conocimiento y en las comunicaciones. Esta era llegaba acompañada por información masiva en tiempo real, análoga a la que se había visto a fines del siglo XIX, pero ampliada a todos los usuarios. Lo que antes había sido un lujo para un pequeño grupo se tornó en una forma de saber: la televisión por cable, los videos distintos (desde el Betamax hasta el DVD), la computadora personal (Apple, 1982), el traslado de imágenes de un lugar a otro en tiempo real (fax), el traslado de información de dos vías por computadora, (Internet) y el sistema de acopio de información de aquello trasladado (los buscadores como Google). La televisión por satélite se masificó y la era virtual entró en una etapa cumbre.

La conciencia de que el planeta es finito tomó auge en los 70 con el surgimiento de Greenpeace y de los ideólogos del ecologismo, que fueron alimentando la idea de que el papel hecho de madera estaba arrasando el planeta y que era más importante “saber” que guardar en papel. Así, el conocimiento se comenzó a volver virtual.

La velocidad del aprendizaje medido en títulos de publicaciones (cada vez más limitadas en número) se fue acelerando. Antes de la prensa de Gutenberg (siglo XV) el conocimiento se duplicaba cada mil años y después de ella, cada 120 años. Después de la máquina de escribir Underwood (fines del siglo XIX), cada veinte, y después de la computadora (1942), cada cinco. Luego, con la revolución de la computadora personal y lo señalado, este ciclo se ha vuelto casi infinito.
Eso ha hecho que la demanda por conocimiento crezca de forma exponencial, las escuelas se armen de computadoras con Internet y que las universidades hayan incrementado la demanda de formación de sus docentes. Si hasta 1970 una licenciatura era suficiente para enseñar, en la década del 80 era al menos una maestría y luego, los doctorados. Siempre hubo doctorados, pero la demanda del título formal creció conforme lo hizo la presión por ingresar como docente a los centros de enseñanza.

El concepto de excelencia en los centros de enseñanza se materializó en el número de artículos y libros publicados por profesor, número de conferencias organizadas, asistidas y, sin duda, la presencia en la web.

En el Perú la educación se abandonó en los años 70 cuando el impulso nacionalista cerró el sistema universitario a los profesores extranjeros. Luego, el gasto por estudiante escolar se fue reduciendo hasta el 2000 y la calidad de toda la educación se fue tornando deleznable. El resultado fue una emigración masiva desde fines de los años 70 de jóvenes talentos que no tienen a dónde regresar.

El desarrollo posmoderno está en el conocimiento.

El autor es miembro del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.
El Comercio
18 de julio de 2009

sábado, 18 de julio de 2009

AL PAPA LE HACE FALTA
UN POCO DE MARXISMO



Leonardo Boff

La nueva encíclica de Benedicto XVI Caritas in Veritate del 7 de julio último es una toma de posición de la Iglesia ante la crisis actual. El conjunto de las crisis que afectan a la humanidad y que conllevan amenazas severas sobre el sistema de la vida y su futuro, pediría un texto profético, cargado de urgencia. Pero no ha sido eso lo que hemos recibido sino una larga y detallada reflexión sobre la mayoría de los problemas actuales, que van desde la crisis económica al turismo, de la biotecnología a la crisis ambiental, y proyecciones sobre un Gobierno mundial de la globalización. El género no es profético, «el cual supondría un análisis concreto de una situación concreta» que posibilitaría emitir un juicio sobre los problemas a la vista en forma de denuncia-anuncio. Pero no está en la naturaleza de este papa ser profeta. Él es un doctor y un maestro. Elabora el discurso oficial del Magisterio, cuya perspectiva no viene de abajo, de la vida real y conflictiva, sino de arriba, de la doctrina ortodoxa que esfuma las contradicciones y minimiza los conflictos. La tónica dominante no es la del análisis, sino la de la ética, la de lo que deber ser.

Como no analiza la realidad actual, extremadamente compleja, el discurso magisterial permanece principista, equilibrista y se define por su indefinición. El subtexto del texto, lo no dicho en lo dicho, remite a una inocencia teórica que inconscientemente asume la ideología funcional de la sociedad dominante. Se nota ya al abordar el tema central ―el desarrollo― tan criticado hoy por no tener en cuenta los limites ecológicos de la Tierra. De esto la encíclica no dice nada. Su visión es que el sistema mundial se presenta fundamentalmente correcto. Lo que existen son disfunciones, no contradicciones. Ese diagnóstico sugiere la siguiente terapia, semejante a la del G-20: rectificaciones y no cambios, mejorías y no cambio de paradigma, reformas y no liberaciones. Es el imperativo del maestro: «corrección»; no el del profeta: «conversión».

Al leer el texto, largo y pesado, acabamos pensando: ¡qué bien le vendría al papa actual un poco de marxismo! Éste, a partir de los oprimidos, tiene el mérito de desenmascarar las oposiciones presentes en el sistema actual, sacar a la luz los conflictos de poder y denunciar la voracidad incontenida de la sociedad de mercado, competitiva, consumista, nada cooperativa e injusta. Ella representa un pecado social y estructural que sacrifica millones en el altar de la producción para el consumo ilimitado. Esto debería denunciarlo proféticamente el papa. Pero no lo hace.

El texto del Magisterio, olímpicamente por fuera y por encima de la situación conflictiva actual, no es ideológicamente «neutro» como pretende. Es un discurso reproductor del sistema imperante, que hace sufrir a todos especialmente a los pobres. No es cuestión de que Benedicto XVI lo quiera o no lo quiera, sino de la lógica estructural de su discurso magisterial. Por renunciar a un análisis crítico serio, paga un alto precio en ineficacia teórica y práctica. No innova, repite.

Y ahí pierde una enorme oportunidad de dirigirse a la humanidad en un momento dramático de la historia, a partir del capital simbólico de transformación y de esperanza contenido en el mensaje cristiano. Este papa no valora el nuevo cielo y la nueva Tierra, que pueden ser anticipados por las prácticas humanas, solamente conoce esta vida decadente, y por sí misma insostenible (su pesimismo cultural), y la vida eterna y el cielo que vendrán. Se aleja así del gran mensaje bíblico que tiene consecuencias políticas revolucionarias al afirmar que la utopía terminal del Reino de la justicia, del amor y de la libertad sólo será real en la medida en que se construyan y se anticipen, en los límites del espacio y del tiempo histórico, tales bienes entre nosotros.

Curiosamente, haciendo abstracción de nociones fideístas recurrentes («sólo a través de la caridad cristiana es posible el desarrollo integral»), cuando se «olvida» del tono magisterial en la parte final de la encíclica, habla de cosas sensatas como la reforma de la ONU, la nueva arquitectura económico-financiera internacional, el concepto de Bien Común del Globo y la inclusión relacional de la familia humana.

Parafraseando a Nietzsche: «¿cuánto análisis crítico es capaz de incorporar el Magisterio de la Iglesia?»

18-07-09

viernes, 17 de julio de 2009

AL DIABLO
LA CLASE OBRERA



Umberto Eco

¿Cómo se le puede pedir que se reconozca como clase, con problemas comunes, a quien, si es que aún trabaja, lo hace cada vez menos junto con otros, durante periodos cada vez más cortos y ve el trabajo no ya como algo que se respeta sino que se soporta?
Los de mi generación, que encararon el Sesenta y Ocho entre los treinta y cinco y los cuarenta años, demasiado mayores ya para ser estudiantes en revuelta y demasiado jóvenes para ser venerables ancianos que rehuían el enfrentamiento, se han visto durante largo tiempo chantajeados por la clase obrera. Mejor dicho, no por la propia clase, los pobres, con todos los problemas que tenían, sino por sus adoradores burgueses de izquierdas que, apelando al nacimiento de una ciencia proletaria, te preguntaban qué sentido tenía seguir ocupándose de Dante, de Kant o de Joyce. Y como, de una u otra forma, lo que se quería era seguir hablando de ello incluso en una facultad ocupada (bastaba con quererlo y era perfectamente posible) nos esforzábamos por demostrar cómo, a la larga, conocer a Dante o a Joyce también podía contribuir a la redención de la clase obrera.
Ni que decir tiene el alivio que muchos de nosotros sentimos al descubrir que había acabado el tiempo en que los obreros no tenían nada que perder, excepto sus cadenas, porque, pudiendo perder el televisor, la nevera, la pequeña cilindrada y el poder ver a muchas velinas todas las noches, ya votaban a Berlusconi y a Bossi -desviando su propia indignación de los capitalistas a los extracomunitarios. El comportamiento de los proletarios de antaño se había convertido en el típico del subproletariado. ¡Por fin –se exclamó-, ya no tenemos que hacernos cargo de la clase obrera! ¿Que son más pobres ahora que hace algunos años? Ellos son los que han preferido las rondas a los sindicatos. Libres del chantaje de la clase obrera, ahora escribiremos no sólo sobre Dante, sino inclusive sobre Burchiello y, como el protagonista de 'A rebours', pondremos sobre nuestra alfombra persa una tortuga con el caparazón incrustado de rubíes, turquesas, aguamarinas y crisoberilos verde espárrago.
Malhumores aparte, la clase obrera se ha vuelto invisible: los obreros, como ha dicho Ilvo Diamanti, ya no constituyen una masa crítica y sólo nos damos cuenta de que existen cuando mueren en algún accidente laboral. Encuentro esta cita casi al principio de un panfleto, muy irritado y muy amargo, de Furio Colombo, 'La paga' (Saggiatore, 14). Por el título y por una imagen más bien estajanovista que hay en la cubierta podría pensarse en un discurso distinto sobre la clase obrera, pero en este libelo no se nombra a la clase obrera, como si ya, con la descalificació n de los sindicatos, el fin de las ideologías, el nacimiento de nuevos partidos que han absorbido desde la derecha los descontentos que en tiempos se ubicaban a la izquierda, esas denominaciones hubiesen perdido todo su interés. En ese libro no se habla de la desaparición de la clase de los trabajadores, sino de la desaparición del trabajo.
La idea puede parecer rara, pero, pensándolo bien, entre la desregulación, el hundimiento de los imperios financieros, la caída de las Bolsas, gerentes que dejan su despacho con una caja de cartón debajo del brazo y un bonus estratosférico en la cartera, el desprecio del trabajo se difunde por doquier, en las declaraciones oficiales y en la política de tres al cuarto. A la Confindustria [la Confederación de los Empresarios] le sigue pareciendo siempre excesivo el coste del trabajo, las empresas hacen todo lo posible por disolver los grandes centros de producción entre una pluralidad de personas que no se conocen entre sí, se sientan ante un ordenador lejos de la capital y trabajan proyectos sin ninguna garantía de continuidad; la transformació n de las grandes compañías de lugares en los que se producía (y por lo tanto se necesitaba mano de obra especializada) en paquetes que se venden y revenden y que, por consiguiente, resultan más atractivos en el mercado financiero cuanto más se hayan aligerado de los costes laborales, ha llevado a aceptar sin indignación ni estupor las campañas contra los sindicatos (que ya se consideran sanguijuelas parasitarias) e incluso contra los propios trabajadores. Y he aquí, puede que hasta demasiado fiel al programa de un libelo, la descripción de un ministro [de Administració n Pública, Brunetta], cuyo verdadero objetivo "no es llevar justicia y meritocracia a la administració n pública " sino "denigrar el trabajo, humillarlo, ridiculizarlo y desmentirlo, mostrar el flanco poco fiable y un poco innoble de los funcionarios" .
Pero, aparte las intenciones de Brunetta, se perfila otro fenómeno: si antes el problema era proporcionarle suficiente tiempo libre a quien trabaja, hoy se nos regala a todos un 'tiempo vacío', el de la espera de un primer trabajo, entre un despido y la firma de un nuevo contrato eventual, entre el principio y el final de una cassa integrazione [similar al ERE]. En fin, ¿cómo se le puede pedir que se reconozca como clase, con problemas comunes, a quien, si es que aún trabaja, lo hace cada vez menos junto con otros, durante periodos cada vez más cortos y ve el trabajo no ya como algo que se respeta sino que se soporta, come un accidente cuya vida es cada vez más breve, si una milagrosa automatizació n que ni siquiera requiere operadores en la consola resolverá los problemas económicos y todos gozaremos de una libre e infinita circulación de 'subprimes'?


jueves, 16 de julio de 2009

Transformando
la Universidad latinoamericana

Ernesto González Enders
Consultor Académico
UNESCO-IESALC
Se ha ido tomando conciencia que los grandes problemas latinoamericanos, como la pobreza, exclusión, hambre o malnutrición, la vulnerabilidad social, entre otros, no pueden ser resueltos por un solo actor social. Hace falta que el Estado, la empresa, las instituciones de educación superior y otros actores sociales generen alianzas permanentes que posibiliten superarlos.

Simultáneamente, cuando se piensa en la creación de una cultura democrática y de paz, en la preservación del medio ambiente, y en un desarrollo sustentable para la región, surge la necesidad de contar con ciudadanos comprometidos, socialmente responsables, actuando desde sus propios lugares de desempeño.

Entonces aparece la concepción de Responsabilidad Social (RS), que precisamente intenta contribuir a la construcción de un nuevo tipo de sociedad donde la ética que nos guíe sea la ética de la responsabilidad, de la generosidad y del altruismo, de la cooperación, de la complejidad y de la regulación para la autoorganización. Por lo tanto, la RS se entiende como el compromiso que tienen todos los ciudadanos y las instituciones públicas y privadas, para contribuir al aumento del bienestar de la sociedad local y global. Por esto, la universidad latinoamericana debe superar el enfoque de la "proyección social y extensión universitaria" como ?apéndices? bien intencionados a sus misiones de formación estudiantil y producción de conocimientos, para poder asumir la verdadera exigencia de la RS Universitaria (RSU).

Partimos de una reflexión de la institución académica sobre sí misma en su entorno social, un análisis de su compromiso con los problemas crónicos de la sociedad, dejando de pensarse como una burbuja de paz y racionalidad en medio de la tormenta tecnocientífica sin humanismo consciente en que se debate el mundo. La relación entre la crisis del saber tecnocientífico hiperespecializado y su ceguera crónica concerniente a los efectos globales, crisis social y ecológica mundial que engendra, debe ser el punto de partida para una transformación universitaria de RS que no sea meramente cosmética, sino una profunda reflexión sobre el significado social de la producción de conocimiento (innovación como herramienta social) y la formación personal, ciudadana y profesional de líderes en esta era deshumanizada mal llamada tecnocientífica.

Después de reconocer que no sólo se trata de reformar las malas políticas, sino también los malos conocimientos y epistemologías con poco desarrollo de competencias que la universidad contribuye en producir y transmitir, cada universidad podrá elaborar su propio diagnóstico y transformación. La RSU exige, desde una visión abierta, holística, transversal e interdisciplinaria, articular las diversas partes de la institución en un proyecto de promoción social con principios éticos y de desarrollo social inclusivo y sustentable, para la formación de líderes y la producción y transmisión de saberes socialmente responsables.

La profundidad y la radicalidad de la transformación puede intimidar, pero no debemos olvidar que el proceso puede ser gradual y creciente. Además, muchos de los elementos transformadores de la RSU están ya presentes en la mayoría de nuestras universidades (como por ejemplo, la investigación interdisciplinaria, la articulación en ciertos aprendizajes con la proyección social, el desarrollo del aprendizaje basado en problemas y en proyectos, transversalidad y flexibilidad curricular, etc.) salvo que de modo desarticulado y sin perspectiva institucional integrada.

Las posibilidades de integración entre docencia, investigación, y proyección social y extensión coordinadas e integradas por una remozada gestión académico-administrativa, son casi infinitas, sólo necesitamos brindar el apoyo institucional adecuado a las personas creativas de cada claustro universitario y buscar el retorno permanente del fruto de las acciones sociales emprendidas hacia el mejoramiento de la formación académica y profesional de la comunidad universitaria, única medida que garantiza la continuidad a largo plazo de la dinámica de RSU Latinoamericana.
IESALC
Boletín No190
UN RECTOR
ASTURIANO


Manuel Burga

Me refiero a Juan Vásquez García, universitario español, ex rector de la Universidad de Oviedo en Asturias, cuya visita reciente nos ha permitido acercarnos, de manera bastante segura, a algunos resultados de la denominada reforma universitaria española puesta en marcha con la ley de 2001. Su trayectoria universitaria, sin ninguna duda, nos puede ayudar a pensar mejor nuestra universidad, su futuro, que depende –por ahora– de una nueva ley universitaria que erráticamente se discute en el Congreso de la República desde 2001, sin pasar desafortunadamente de los conocidos predictámenes.

Este rector asturiano es un economista, con muchas publicaciones de su especialidad, interesado en temas de reindustrialización, regulación económica y desarrollo regional, por lo cual quizá se define como socialdemócrata. Ha estudiado temas de la minería del carbón en España, Europa y sobre todo en la región de Asturias, la que ha sufrido una notable reindustrialización, pasando del carbón a otras actividades productivas. Recientemente ha puesto mayor interés en estudiar el financiamiento de la educación superior en España y a proponer algunas ideas nuevas para mejorar la gobernanza de la universidad española.

Estudió en la Complutense de Madrid, se graduó de doctor en la de Oviedo en 1982 y en 1985 ingresó a la docencia universitaria, donde dos años después, a los 33 años, adquirió la apreciada categoría docente de catedrático. Este itinerario es bastante representativo de un universitario español. Como profesor ha tratado de recorrer los tres caminos que ofrece la universidad, la docencia, la investigación y la gestión universitaria, y en su caso encontramos las clásicas reglas que un docente universitario respeta en España: no trabaja donde estudió, necesita el grado de doctor para iniciar su carrera académica y la categoría de catedrático es indispensable para dirigir investigaciones o asumir cargos de importancia dentro de la universidad.

Esta trayectoria bien llevada le permitió ser decano de su Facultad, luego alejarse para ser vicerrector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander. El 2000 fue elegido rector de la U. de Oviedo por el Claustro, que corresponde a nuestra Asamblea Universitaria, pero con una representación estudiantil menor que la nuestra. El 2004, sin lugar a dudas por su buen desempeño, ya dentro del marco de la nueva ley universitaria de 2001, por votación universal ponderada de docentes, estudiantes y trabajadores de la universidad, fue reelegido como rector.

Esta modalidad de elección, de acuerdo a su propio parecer, busca mejorar la gestión institucional alejando a las autoridades de las clientelas y prebendas, como era frecuente antes. Sin embargo, esta modalidad vino acompañada de defectos, como los ofrecimientos desmedidos y los considerables gastos en las campañas electorales, por lo cual se aprobó la enmienda de 2007 que deja en libertad a las universidades de optar por la modalidad del Claustro o la votación universal.

Este rector ha sido presidente de la Conferencia de Rectores de las universidades españolas (CRUE) por dos períodos consecutivos. El primero en reemplazo del rector de la U. de Salamanca, otra universidad algo alejada de la capital. Ahora debo destacar que su universidad, como la mayoría de las españolas, busca una mejor ubicación en el ranking nacional a través del fomento de la calidad, tanto en la docencia como en la investigación. El año 2008, la ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, presentó al Congreso de los Diputados, con el nombre de Estrategia Universidad 2015, un proyecto para fomentar la calidad, la competitividad y la internacionalización de la universidad española. Un proyecto para situarla mejor dentro del conjunto de universidades que han firmado la Declaración de Bolonia de 1999, tratando de coordinar los intereses del Gobierno, las Comunidades Autónomas y las Universidades. Así como se ha creado la zona Euro y el área Schengen en Europa, la universidad española se ha propuesto ingresar al espacio europeo de investigación.

Juan Vásquez García viene de una vieja región minera del norte de España y se siente muy orgulloso de tener una madre maestra y un padre minero, como lo expresó al recibir la distinción de Doctor Honoris Causa de la U. Ricardo Palma. Esta carrera universitaria de notable ascenso social es muy representativa de la enorme transformación que ha experimentado España. Una nación que ahora es un concierto de Comunidades Autónomas, donde cada una aspira a un lugar mejor y saben lograrlo con sus universidades. Este ejemplo nos muestra que el futuro de la universidad pasa por fomentar la movilidad docente, la investigación, la búsqueda de calidad, la internacionalización, una nueva modalidad de elección de autoridades y una inversión más compleja en educación. Un rector asturiano, con mucha experiencia, simpatía y honestidad, nos ha recordado el importante papel que puede cumplir la educación superior universitaria en un verdadero proyecto de modernización nacional.

La República
9 de julio de 2009
¿Hay crisis en la Universidad peruana?


Ernesto Velit G
Nos llega con alarmante frecuencia información sobre movimientos de protesta realizados por estudiantes universitarios, casi todos generados por el deseo de mejorar la calidad educativa de sus centros de estudio y cuestionando un orden de cosas, académico y administrativo, que pareciera resultar intolerable para los alumnos. Las denuncias estudiantiles sobre corrupción y mediocridad en la enseñanza, muestran a la universidad peruana sumida en una crisis, que debe convocar el interés de las autoridades y del país, y víctima de los estragos del neoliberalismo que la ha golpeado en lo que es su razón de ser: articular el conocimiento con los intereses de la sociedad a la que debe servir.

El progreso de la ciencia y la tecnología, con sus alcances impredecibles, obliga a reestructurar todo lo que signifique concepción general de la sociedad, sobre todo ahora que asistimos a una interpretación del concepto cientificista de lo humano que raya en la incoherencia.

En nuestro país, donde la monocultura pareciera dominar los espacios sociales y políticos, las reformas institucionales representan una demanda de todos los estratos interesados en el destino nacional. Ante esta realidad, la masificación de la universidad y la ampliación mercantilista de la oferta educativa, carente de investigación y con bajo nivel académico, nos muestran la debilidad de un sistema, la indiferencia de las autoridades y la nula participación estatal en la fiscalización de la enseñanza universitaria. En el Perú, los gestos aislados de reforma universitaria resultaron más actitudes intuitivas que decisiones razonables, y casi siempre impregnados más de una voluntad por lo económico que por lo académico. No hay políticas explícitas y se ha perdido la brújula de lo que debe ser el rol de la universidad al interior del tejido político, social y cultural del país. Todo esto da la impresión de que la universidad hubiera aceptado su derrota.

La proliferación irracional de universidades, expresión de anticultura, ha debilitado el sistema. No hay investigación, la infraestructura es deprimente y se ayuda a profundizar la división social ofreciendo universidades para élites y otras para los de bajos ingresos.

La universidad está abandonada a su suerte, las leyes del mercado dirigen la actividad del sistema, nadie califica la calidad, se permiten universidades no autorizadas, se estafa a los jóvenes con la tolerancia cómplice del Estado y se programan especialidades sabiendo que no hay dónde ejercerlas. Predomina un modelo empírico de universidad, la institución ha reducido su espacio, la indiferencia es la respuesta del gobierno y del país. El Perú tuvo tradición universitaria con maestros humanistas y comprometidos. Hoy la presión salvaje del mercado ha vencido la resistencia de la universidad y esta ha optado por formar políticos antes que librepensadores, agitar banderas socialistas pero no construir socialismo, sobrevivir con el erario al tiempo que proclama la revolución desde el claustro.

Hay que replantear el rol de la universidad, el conocimiento tiene otros caminos que no son forzosamente universitarios, nuevos retos convocan a la reflexión. Hay que adecuar la universidad a los trances históricos que la modernidad plantea, poner en agenda la multiculturalidad, la defensa ambiental, la desigualdad social, los conflictos laborales, los correctivos éticos y morales que requiere esta realidad. No habrá progreso universitario si hay políticas misoneístas que obstaculizan. No hay ciencia si no hay un correlato humanista que complemente.

El Comercio
9 de julio de 2009

jueves, 9 de julio de 2009

HONDURAS EN CLAVE
DE CAPITAL




El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, otorgó legitimidad a un gobierno latinoamericano derrocado por un golpe de Estado, y contrario a sus intereses. El presidente de Honduras, Manuel Zelaya, líder máximo de este gobierno, fue recibido por el Departamento de Estado en Washington. Y una organización desacreditada por su rancia tradición golpista, la Organización de Estados Americanos (OEA), condenó el cuartelazo, pronunciándose a favor de Zelaya.
Algo no cierra. ¿A cuento de qué tanto frenesí democrático? Leer para creer: en Moscú, frente a un grupo de universitarios, Obama afirmó que su gobierno no señala a otros países quiénes deben ser sus gobernantes, y que no apoya a Zelaya por estar de acuerdo con él. “Lo hacemos –dijo– porque respetamos el principio universal de que los pueblos deben elegir sus propios líderes, coincidamos con ellos o no.” ¡Ay!…

Con argumentos muy bien documentados, varios comentaristas centraron sus análisis en el ethos por antonomasia: Estados Unidos urdió el golpe del 28 de junio en Tegucigalpa. La lectura simultánea de las luchas políticas internas de Washington, y las de Honduras, permiten concluir que, en efecto, los gringos sabían.

El economista hondureño Miguel Cáceres Rivera da cuenta de una reunión en la embajada de Estados Unidos en Tegucigalpa, celebrada la noche del 21 de junio, y auspiciada por el anfitrión Hugo Llorens (La Prensa, Tegucigalpa, 22/6/09).

¿Quién es el embajador Llorens? Nombrado por el gobierno de George W. Bush (abril de 2008), fue consejero para asuntos económicos en Honduras y Bolivia, agregado comercial en Paraguay, coordinador de asuntos para el narcotráfico en El Salvador y funcionario consular en Filipinas.
Cáceres apunta: De 2002 a 2003, años del golpe de estado y golpe petrolero en Venezuela, el embajador Llorens ostentó el cargo de Asuntos Andinos del Consejo Nacional de Seguridad, siendo el principal asistente del presidente Bush y del director del Consejo sobre asuntos relacionados con Colombia, Venezuela, Bolivia, Perú y Ecuador.

En la reunión de marras participaron el presidente Zelaya, el actual monigote golpista Roberto Micheletti, el liberal Elvin Santos, el ex candidato presidencial Porfirio Lobo Sosa (conservador) y el general Romeo Vásquez Velásquez, jefe del Estado Mayor Conjunto.

Punto único de la agenda: que Zelaya desistiera de la encuesta destinada a indagar entre los hondureños la modificación de algunas leyes constitucionales calificadas de pétreas. Zelaya se negó. Como es sabido, el general Vásquez secuestró las urnas, y el jueves 25 el presidente convocó al pueblo y recuperó el material electoral de una base militar.

Abortado el golpe técnico, el diario El Tiempo de Honduras publicó la noticia con un titular maravilloso: “Militares y hasta Hillary Clinton habrían evitado el golpe a Mel” (apodo popular de Zelaya). Es decir, que el golpe se iba a efectuar el jueves 25, no el domingo 28. Un golpe que, al parecer, habría sido causa de agrias disputas en Washington.

¿Qué sectores intervinieron en el golpe? Desde su conversión en enclave de la United Fruit Company (UFC, 1899-1970), Honduras y las naciones de América Central merecieron el despectivo mote de repúblicas bananeras, expresión acuñada por O. Henry (seudónimo del popular escritor William Sydney Porter, 1862-1910) en el libro de relatos Cabbages and Kings, ambientados en el puerto hondureño de Trujillo.

La primera importación de banano hondureño a Estados Unidos (1902) se dio en un marco jurídico semicolonial, administrado por una suerte de burguesía consular, ligada al sector terrateniente. El sociólogo brasileño Helio Jaguaribe diferenciaba esta burguesía de la nacional (empresarial, industrial, urbana).

En la segunda mitad del siglo pasado, la economía hondureña dejó de ser meramente bananera, y la minería cobró cierto auge. La UFC fue comprada en 1969 por Zapata Corporation (empresa petrolera de los Bush) y en 1984 cambió su desprestigiado nombre por United Brands, conocida hoy como Chiquita Brands.

Sin una burguesía propiamente dicha, Honduras apenas consigue sostenerse con el sector de maquila y el agroindustrial, las remesas de los inmigrantes, la cooperación externa, la ayuda financiera, y el arrendamiento del territorio para bases militares del Pentágono. Mas poco y nada se habla del lavado de dinero, así como de los empresarios, políticos y militares coludidos con el narcotráfico.

¿Qué otro sector de una nación paupérrima podría tener un poder económico y político capaz de desafiar a Wahington, las Naciones Unidas, el Vaticano, la Unión Europea, y el conjunto de los países de la OEA? ¿Un régimen narcomilitar como el de Myanmar en América Central?
Es una hipótesis. Aunque sin ella, el súbito desgarre de vestiduras made in USA por la democracia hondureña, a más de la tenaz obcecación de los golpistas ofendidos por la incomprensión internacional, se tornan inexplicables.
La Jornada
09-07-09
¿AHORA SE LLAMA
EL GOLPE DIALOGANTE?



Isaac Rosa


“Cuánto dure la negociación, no lo sé. Mi objetivo es no dejarlos salir de aquí hasta que haya un acuerdo” -Oscar Arias, presidente de Costa Rica-

Anuncio de interés para golpistas americanos: ¿Piensa dar un golpe contra su gobierno? ¿Su país necesita un cambio de rumbo y no ve la forma de conseguirlo por vías democráticas? Pues tenemos la solución a sus problemas, lo que usted necesitaba, lo último en violaciones antidemocráticas: el golpe dialogante. Y diga adiós a aquellos cuartelazos brutales del pasado. Por ahora el prototipo está en fase de pruebas en Honduras, pero si funciona bien, le enviaremos un comercial.

El golpe dialogante es ideal para países con tensiones internas, con fuerte polarización política. En tales circunstancias, bastan una intervención militar breve, una oposición que colabore y algunas instancias estatales que sigan el juego. Se coge al presidente, se lo saca del país (mejor que cargárselo, que es una ordinariez), se espera a que pase el ruido internacional de los primeros días, y se busca una mediación de prestigio avalada por Washington.

Fíjense en el hábil cambio de discurso estadounidense: Hillary Clinton, tras evitar comparecer con Zelaya, tuvo mucho cuidado en defender no la vuelta de presidente, sino “la restauración del orden democrático y constitucional a través del diálogo”. Cuando un periodista insistió sobre la restitución de Zelaya, dijo que eso era algo que ella dejaba “a decisión de las partes”, puesto que el golpe condenable se ha convertido en un conflicto con dos partes reconocidas.

No sabemos lo que saldrá de las conversaciones en Costa Rica, pero todo lo que no sea la restitución del presidente será un triunfo de los golpistas, que habrán alterado la situación a su conveniencia. Que otros mandatarios tomen nota, no sea que se ponga de moda el golpe dialogante.
Rebelión
09-07-09

miércoles, 8 de julio de 2009

GOLPE A LA DEMOCRACIA
EN AMÉRICA LATINA

Adolfo Pérez Esquivel

El pueblo hondureño vivió momentos de fuerte tensión y fue brutalmente reprimido por el ejército, provocando muertos y heridos. Los golpistas impidieron que aterrice el avión venezolano que conducía al presidente Manuel Zelaya de regreso a Honduras y al Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Miguel D¨Escoto.

La dictadura hondureña no autorizó tampoco el aterrizaje del avión que conducía a los presidentes de Ecuador, Argentina, Paraguay y al Secretario General de la OEA, Insulza, quienes querían acompañar al presidente Zelaya. Debieron continuar hacia El Salvador.

Un ejército de cobardes y represores, transformado en tropas de ocupación de su propio pueblo, es indigno del pueblo hondureño. Los cómplices que apoyaron el golpe militar para instalar la dictadura son delincuentes a quienes sólo les interesa dominar al pueblo y someterlo. Deben ser juzgados por sus crímenes.

Entre los golpistas hay personajes de diversos ámbitos sociales, políticos, económicos y eclesiásticos, de pastores evangélicos y de la iglesia católica, como el Cardenal Oscar Andrés Rodríguez y el vocero de la Conferencia Episcopal Hondureña, Mons. Pineda, Obispo Auxiliar de Tegucigalpa. Parece que algunos jerarcas religiosos han olvidado el mensaje del Evangelio de buscar la Verdad y la Justicia, y prefieren recostarse en el poder de turno. Lo hemos vivido y sufrido en muchos países durante las dictaduras militares pasadas y ahora en Honduras, vuelven a las andanzas.

Debemos rescatar y señalar a aquellos pastores que son coherentes con el mensaje del Evangelio y no han claudicado, comunidades de religiosos, religiosas, como la Diócesis de Copan, que ha publicado una carta donde denuncian “las graves violaciones de los derechos humanos, la forma violenta en que fue silenciada la Radio Progreso y otros medios de comunicación, las detenciones ilegales, el destierro de algunos compatriotas, los golpes y heridas sangrantes" "No más mentiras. Queremos que se nos diga la verdad. No más injusticias. Queremos el respeto a la integridad de la persona y a los Derechos Humanos. Queremos vivir en libertad. No queremos la represión". Hacen un claro llamado a la Paz, al diálogo y a restablecer el Estado de Derecho.

Hay silencios que se oyen y golpean la conciencia y es necesario hacer una lectura serena, de gobiernos que se han expresado tímidamente frente al golpe de Estado y que parecen consentir el golpe militar, como el presidente Obama quien se ha pronunciado en el primer momento por presión de los mandatarios latinoamericanos y después, mira para otro lado, sabe que el Pentágono y la CIA son los impulsores y sostenedores del golpe militar en Honduras.

Nos preocupa el presidente de Brasil, Ignacio Lula da Silva, quien aparece desdibujado y sin una presencia clara y decidida frente a la situación que vive el pueblo hondureño.

Los hechos son evidentes, los golpistas desconocen la Presidencia de las Naciones Unidas y la OEA, no les preocupa las sanciones y expulsión de ese organismo. No tienen respeto a los presidentes latinoamericanos, impidiendo su entrada en Honduras.

ES URGENTE QUE LOS PUEBLOS DE AMERICA LATINA Y EL MUNDO SE PRONUNCIEN CON FUERZA CONTRA EL GOLPE DE ESTADO EN HONDURAS. ES UNA AMENAZA PARA TODO EL CONTINENTE, UN INTENTO DE VOLVER A IMPLANTAR LA DOCTRINA DE SEGURIDAD NACIONAL Y EL INTERVENCIONISMO DE EE.UU. EN PAISES DE LA REGIÓN.

No hay casualidades, ni hechos aislados, esto responde a políticas impuestas para asegurar los intereses hegemónicos, políticos y económicos en el continente. Se debe convocar a una fuerte movilización continental para impedir que la dictadura se consolide. Es un llamado de alerta por las consecuencias de otros golpes militares que vuelvan a aparecer en el horizonte de nuestro continente.

El Presidente Zelaya demostró responsabilidad y coraje en el intento de regresar a su país. Los presidentes y representantes de la ONU y la OEA, asumieron la responsabilidad de buscar los caminos de diálogo y tratar de restablecer el Estado de derecho. No han sido escuchados por los dictadores.

La situación que se ha generado en Honduras no ha terminado; queda aún un largo camino de resistencia frente a la barbarie, a la represión y la falta de libertad en Honduras bajo la dictadura cívico-militar.

El pueblo hondureño no está sólo, lo acompañan millones de hombres y mujeres solidarios con su lucha por la Vida y la Libertad en América Latina y el mundo.
Buenos Aires, 6 de julio del 2009
Hilo de Ariadna para recorrer los hilos de las cinco reglas de propaganda de guerra


Michel Collon


No son los pasillos del palacio del Minotauro, pero es una realidad de laberintos –y no hay escape a ella–; sucede que ante cada guerra, golpe de Estado o agresión llevada a cabo por Occidente, los grandes medios de comunicación periodística comercial se ciñen a las cinco reglas mínimas de la propaganda de guerra.

Emplee usted esta parrilla de lectura en los próximos conflictos, se sorprenderá de encontrarlos a cada vez y siempre nítidos. Veamos.

1. Ocultar la Historia.2. Ocultar los intereses económicos.3. Diabolizar al adversario.4. Blanquear a nuestros Gobiernos y a sus protegidos.5. Monopolizar la información, excluir el verdadero debate.

Aplicación al caso de Honduras – julio de 2009

1. Ocultar la Historia. Honduras es el ejemplo perfecto de la llamada “República bananera” en las manos de los EE.UU. Dependencia y saqueo colonial causaron una enorme brecha: ricos-pobres. Un 77% de pobres según la ONU. El ejército hondureño fue formado y adoctrinado –para los peores crímenes– por el Pentágono. El embajador USA John Negroponte (1981-1985) fue apodado “el virrey de Honduras”.
2. Ocultar los intereses económicos. En la actualidad, las multinacionales USA (plátano Chiquita, café, petróleo, farmacia…) quieren impedir a este país conquistar su independencia económica y política. Como Suramérica se une y transita hacia la izquierda, Wáshington quiere impedir a Centroamérica seguir la misma vía.
3. Diabolizar al adversario. Los medios de comunicación acusaron al presidente Zelaya de querer hacerse reelegir para preparar una dictadura. Silencio sobre sus proyectos sociales: aumento del sueldo mínimo, lucha contra la ultra explotación en las fábricas-cárcel de las empresas estadounidenses, disminución del precio de los medicamentos, ayuda a los campesinos oprimidos. Silencio también sobre su negativa a cubrir los actos terroristas made in CIA. Silencio sobre la impresionante resistencia popular.

4. Blanquear a nuestros gobiernos y sus protegidos. Se oculta la financiación del golpe por la CIA. Se presentaba a Obama como neutro mientras que él se negaba a encontrarse y sostener el presidente Zelaya. Si hubiera aplicado la ley habría suprimido la ayuda de EEUU a Honduras, lo que habría detenido rápidamente el golpe de Estado. Le Monde y la mayoría de los medios de comunicación blanqueó la dictadura militar hablando de “conflicto entre poderes”. Las imágenes de represión sangrienta no se muestran al público. En resumen, un contraste sorprendente entre la diabolizacíon de Irán y la discreción sobre el golpe de Estado hondureño “made in CIA”.
5. Monopolizar la información, excluir el verdadero debate. La palabra se reserva a las fuentes y expertos “aceptables” para el sistema. Se censura todo análisis crítico sobre la información. Es así como nuestros medios de comunicación impiden un verdadero debate sobre el papel de las multinacionales, de los EE.UU. y de la UE en el subdesarrollo de América Latina. En Honduras, los manifestantes gritan “¡TeleSur! ¡TeleSur!” para saludar al único canal de televisión que los informa correctamente.

Traducción al castellano para Investig Action de Patricia Parga-Vega

LAS LECCIONES
DE HONDURAS


Theotonio Dos Santos

Se cuenta un revelador chiste entre los presidentes latinoamericanos:
"- ¿Sabes por qué no hay golpes de Estado en Estados Unidos?
- ¡No!
- Porque en EE.UU. no hay embajada de EE.UU."
Además, sabemos que los golpes en Estados Unidos se dan a través del asesinato, puro y simple de sus presidentes (como en el caso de John Kennedy) o con la ayuda de la Suprema Corte para impedir el recuento de los votos (como en el caso de Bush).
A pesar de estos y muchos otros precedentes, vemos ahora a los líderes del Partido Demócrata indignarse con la negativa a recontar los votos en Irán, acusado de ser una tremenda dictadura.¿Pero cual es la lección de Honduras? Por primera vez en la historia, los Estados Unidos apoyan la condena de un golpe de Estado en América Latina permitiendo que se realice una condena unánime de un acto de fuerza militar en todas organizaciones internacionales.
¿Esto quiere decir que de esta vez la embajada americana no participó del acto de fuerza? Desgraciadamente no. De manera indiscreta, un diputado de la derecha hondureña reveló públicamente la conspiración que mantenían los golpistas con la embajada de EE.UU.
Él lo hizo en la memorable sección de primitivo disfraz democrático en la cual se realizó la “elección” del “sucesor” del presidente Zelaya, que había renunciado según la carta falsa leída por este bisoño “sucesor”, que se olvidó de forjar una carta de renuncia del vice-presidente, a quien cabría suceder al presidente secuestrado. Esta sesión fue transmitida por la Radio Globo de Honduras, última en ser silenciada por los “demócratas” del “gobierno provisorio”.
Según este diputado, el embajador de Estados Unidos, que aprobaba la movilización golpista, había estado en contra de realizar el golpe antes de la consulta popular no vinculante, llamada “referéndum” por la Corte Suprema hondureña y por la gran prensa internacional que busca desesperadamente justificar el golpe.
Sería muy difícil creer que el gobierno de Estados Unidos estuviera ausente de la conspiración en un país que sirvió de base a sus organizaciones militares mercenarias que desestabilizaron al gobierno legítimo de los sandinistas. En este mundo de contra información en el cual vivemos, escuché al locutor de la TV Globo News en Brasil decir que las organizaciones militares de los “contras” hondureños luchaban contra los “guerrilleros” nicaragüenses.
Sabemos todos los altos costos de estas operaciones de guerra de baja intensidad, las cuales pueden servir de modelo de corrupción para las organizaciones de defensa de los derechos humanos y transparencia. El Congreso de Estados Unidos se ocupó de revelarnos los detalles tenebrosos de la operación triangular en contra del gobierno sandinista, comandada por el entonces vice-presidente de Estados Unidos, George Bush: El gobierno de Estados Unidos expandió las operaciones del narcotráfico a partir de Colombia a través de los “contras” asentados de Honduras, Costa Rica y El Salvador. Sus ganancias servían para financiar sus operaciones y, al mismo tiempo, para comprar armas para el eterno “enemigo” público de EE.UU.: el gobierno del Irán.
A pesar de sus diferencias, los líderes religiosos iraníes habían acordado con el entonces candidato George Bush prolongar el secuestro de los norteamericanos prisioneros en su embajada en Teherán para desmoralizar a Carter y permitir la victoria electoral de Reagan a cambio de esta ayuda militar secreta.
Inmediatamente surgen las acusaciones de que este tipo de información hace parte de teorías “conspirativas”. Sin embargo, nos estamos refiriendo a los hechos revelados por las investigaciones del Congreso de Estados Unidos, el que, todo indica, sí cree en las conspiraciones, exitosas o fracasadas.
Estas conclusiones se refuerzan con los planteamientos de Ramsey Clark y el Obispo Filipe Teixeira de la Diócesis de San Francisco de Asís, en su mensaje urgente al Presidente de Estados Unidos:
“Tomando en consideración:
“1. La cercana colaboración de los militares de Estados Unidos con el ejército hondureño manifestado por el entrenamiento y los ejercicios comunes;
“2. El papel de la base militar Soto Cano, ahora bajo el comando del coronel Richard A. Juergens, quien era Director de Operaciones Especiales durante el secuestro en febrero del 2004 del Presidente haitiano Jean-Bertrand Aristide;
“3. Que el jefe del Estado Mayor del ejército hondureño, general Romeo Vásquez, fue entrenado en la Escuela de las Américas de los EE.UU.;
“4. Que el Secretario Adjunto de Estado Thomas A. Shannon Jr. y el Embajador de los EE.UU. en Honduras, Hugo Llorens estaban plenamente enterados de los conflictos que conducían al golpe militar,
“Concluimos que el gobierno de Estados Unidos tiene responsabilidad del golpe y está obligado a exigir que el ejército hondureño regrese al orden constitucional y evite acciones criminales contra el pueblo hondureño.
“Por lo tanto insistimos, por de la paz en la región, que el presidente Barack Obama corte inmediatamente toda la ayuda y las relaciones con el ejército de Honduras y suspenda todas las relaciones con el gobierno de Honduras hasta que el Presidente constitucional regrese a su puesto”.
En resumen, el currículo estadounidense en Honduras muestra la dificultad de confiar en sus designios democráticos en la región. Quizás la vuelta de los sandinistas y de los revolucionarios salvadoreños al gobierno después de años de brutal represión en sus países haya enseñado algo a la diplomacia estadounidense, aún vacilante en condenar definitivamente el golpe de Estado hondureño.
La prensa internacional expresa estas vacilaciones al llamar a Zelaya Presidente “depuesto” y al golpista Roberto Micheletti Presidente “interino”; al llamar a la consulta no vinculante, propuesta por Zelaya para crear una Constituyente, “referéndum” para perpetuarse en el poder. Cosas que no se ha podido escuchar sobre el presidente asesino de Colombia que busca el tercer período presidencial, ni se escuchaba sobre las pretensiones reeleccionistas de Fujimori, Menen o Fernando Henrique Cardoso.
Es también revelador entre sus motivaciones la ausencia de referencia en la prensa a la falsa carta de renuncia del presidente Zelaya leída en el parlamento para justificar la elección de su sucesor. Es cómico que se afirme que este señor fue elegido por unanimidad cuando no comparecieron a esa sesión los diputados gobiernistas amenazados con prisión. Por fin, entre otras insidiosas tergiversaciones, se pretende que hay una confrontación más o menos igual entre los defensores armados del golpe y los desarmados manifestantes en contra del mismo.
Todo esto y las declaraciones de la secretaria Hilary Clinton sobre el necesario respecto de las instituciones hondureñas que tienen acuerdos con EE.UU. nos muestran que hay divergencias dentro del gobierno de EE.UU. Con el fantástico apoyo internacional con el cual cuenta el presidente Zelaya, se está buscando obligarlo a una negociación espuria con los golpistas. Hasta hoy la justicia venezolana no acepta definir como un golpe de Estado lo que realizaron sus gorilas locales en 2002. Imagínese lo que van a proponer en Honduras...Zelaya y el pueblo hondureño tienen muchas dificultades por delante pero no deben acobardarse frente a ellas. No tiene porque bajar la cabeza frente a los mercenarios y sus jefes, ni frente a los golpistas que son despreciados por toda la humanidad, a pesar de los apoyos abiertos o incluso disfrazados de los grandes medios de comunicación.-

Theotonio Dos Santos es Presidente de la Cátedra y Red sobre Economía Mundial y Desarrollo Sostenible de la UNESCO y la UNU. Profesor emérito de la Universidad Federal Fluminense (UFF) de Río de Janeiro.
http://theotoniodossantos.blogspot.com

Alal-amlatina
08-07-09
América Latina:
ANTINEOLIBERALISMO
O RESTAURACIÓN CONSERVADORA





América Latina se ha caracterizado en esta década por un viraje espectacular que la ha trasformado de territorio privilegiado de políticas neoliberales en el eslabón más frágil de la cadena neoliberal. Gobiernos que de distintas formas enfrentan los modelos neoliberales han proliferado, pudiendo llegar a 10. A pesar de que la revista británica The Economist anunció que con la crisis esos gobiernos no se extenderían más en el continente –porque la crisis impondría la agenda de la derecha, centrada en el ajuste fiscal y en el combate a la violencia–, desde entonces triunfó el gobierno de Mauricio Funes y del Frente Farabundo Martí en El Salvador.

A partir de la elección de Hugo Chávez, en 1998, la derecha ha intentado, de distintas maneras, recobrar fuerza, tumbar a esos gobiernos y recuperar la apropiación del Estado en sus manos: el golpe de 2002 en Venezuela, el intento de impeachment de Lula, en 2005, las sucesivas ofensivas de los grandes agricultores en Argentina, del separatismo en Bolivia. Actualmente el golpe en Honduras, la derrota electoral del gobierno en Argentina y la elección de Pepe Mujica como candidato del Frente Amplio en Uruguay son otras tantas de las últimas escaramuzas entre las dos fuerzas que ocupan el campo político en América Latina a lo largo de esta década.

América Latina se debate entre profundizar las trasformaciones progresistas operadas por esos gobiernos o la restauración de la derecha. Donde se debilitan esos gobiernos, no gana ningún sector de izquierda, sino que se fortalece la derecha. Las primeras corrientes que fracasaron en la lucha antineoliberal fueron las provenientes de la llamada ultraizquierda, sean grupos políticos de corte doctrinario u organizaciones sociales que no han roto con la visión corporativa de la autonomía de los movimientos sociales. El campo político ha quedado polarizado entonces entre esos gobiernos –más moderados o más radicales– y la derecha.

La elección de Mujica como candidato del Frente Amplio representa más claramente el intento de profundización de las trasformaciones antineoliberales. Su condición de favorito en las encuestas apunta en esa dirección. Por el contrario, la derrota del gobierno argentino representa el intento de frenarlas y de construir un recambio de derecha. El golpe de Honduras, conforme a su desenlace, puede terminar con un gobierno que daba pasos en la dirección antineoliberal o permitir que el retorno de Zelaya recobre con más fuerza esa dinámica. Lo mismo se puede decir de Brasil: las elecciones presidenciales de 2010 pueden hacer que el gobierno de Lula sea un largo paréntesis en la dominación de la derecha o la profundización de las transformaciones iniciadas, con la victoria de Dilma Rousseff, que crece rápidamente en las encuestas, apoyada en 80 por ciento del respaldo popular y solamente 6 por ciento de rechazo del gobierno de Lula. Todo apunta hacia una gran victoria de Evo Morales y el MAS en las elecciones de diciembre de este año, garantizando la continuidad y la profundización del proceso de fundación del nuevo Estado boliviano.

Los efectos de la crisis sobre los países del continente estrechan los márgenes de las políticas de conciliación de clases desarrollada por gobiernos como los de Argentina, Brasil, Uruguay, entre otros, obligándolos a definiciones entre seguir con las concesiones al gran empresariado –en particular al capital financiero– o la intensificación de las políticas sociales como eje obligado de un gobierno antineoliberal.

Hay visiones que nunca han considerado a esos gobiernos como diferenciados de sus antecesores neoliberales, pero que en la práctica corren a saludar la posibilidad de su sustitución por la derecha. En ésas –que combinan catastrofismo y derrotismo– no habría ningún cambio significativo: una derecha sustituiría a la otra. Cambalache, ninguno es mejor, todo es igual. Las visiones que se limitan al plano de la crítica están al margen de los procesos reales de enfrentamiento al neoliberalismo en el continente.

El futuro de América Latina se decide entre la profundización de las trasformaciones apenas empezadas o procesos de restauración conservadora en que serán derrotados el campo popular y las izquierdas en su totalidad. El futuro sigue abierto, la disputa hegemónica frente al agotamiento del neoliberalismo y las alternativas, entre lo viejo que insiste en sobrevivir y lo nuevo que encuentra dificultades para nacer, es lo que marca el presente latinoamericano.

La Jornada
08-07-09

jueves, 2 de julio de 2009

RESEÑANDO
A GARCÍA

César Hildebrandt

En su delirante discurso-ensayo- artículo del último domingo (“A la fe de la inmensa mayoría”, publicado esta vez en “Expreso”), el doctor Alan García dice algunas cosas que no deberían pasarse por alto:
1) “Los adversarios son los de siempre: amenazan y bloquean carreteras porque saben que son muy pocos...”
¿O sea que Yehude Simon simula negociar con esos “pocos”? ¿Y no era que los adversarios del Apra fueron SIEMPRE los oligarcas? ¿Y si son tan pocos por qué García ha derogado los decretos de urgencia que concernían a esas flagrantes minorías? García no entiende que con sus palabras desactiva a Yehude Simon, invalida las mesas de diálogo y propone, en el fondo, soluciones dictadas por la fuerza. ¿No entiende o sí lo entiende y se trata de un acto premeditado y de otra profecía sanguinaria?
2) “Esto es parte de un conflicto continental. ..Ahora vivimos una guerra fría en la que participan gobernantes extranjeros. ..Recordemos que el Perú es un centro vital para los hechos continentales. Fue necesaria la conquista del Perú para dominar Sudamérica, lo fue Ayacucho y ahora es necesario para el modelo regresivo y dictatorial que quiere dominar al Perú...”
Dejemos de lado la sencillez fronteriza, la sintaxis agujereada y el aguadito ideológico que expresan estas líneas. Vayamos al fondo del asunto. Y el fondo parece ser que García...
a) no puede admitir que ha sido la firmeza de unos grupos nativos la que lo ha derrotado; de allí su irresponsable apelación a la idea de unos gobiernos foráneos metiéndose en Bagua o en Sicuani;
b) al echar mano al recurso del “factor internacional” , García olvida que ese fue el método “nacional-fascista” de las dictaduras de derecha a las que el Apra, hoy architraicionada, se enfrentó en el pasado; olvida también que Haya de la Torre fue acusado de dirigir un “partido internacional” ;
c) al señalar la batalla de Ayacucho como un episodio de “la conquista del Perú para dominar Sudamérica”, García intenta ensuciar la figura de Simón Bolívar, negar la historia y rehacer chauvinistamente la memoria colectiva de los peruanos; ¿tendremos que recordar que en Junín y Ayacucho el Perú fue “conquistado” para la libertad y que la independencia se la debemos a esa alianza de venezolanos, colombianos, chilenos y peruanos no monárquicos? Un García particularmente iletrado es el que asoma en ese párrafo. Pero, también, un García de psiquiátricas connotaciones. Porque si hay un complot de “gobernantes extranjeros”, ¿qué hace Torre Tagle que no convoca a una reunión de emergencia de la OEA? ¿Tan pobres diablos somos que asistimos a la conspiración que amenaza destruirnos y lo único que hacemos es publicar un artículo en “Expreso”?
3) “Son una minoría. ¿Cuántos movilizan en todo el país y en todas sus marchas? Un máximo de 50,000 personas...”
García cuantifica desde la arbitrariedad y el mero gusto. ¿Qué clase de mediciones utiliza para hablar de “un máximo de 50,000 personas”? Ninguna encuesta lo respalda. Y si creyéramos en las encuestas y situáramos su popularidad en el 21 por ciento doloroso y actual, podríamos decir, con la misma soberana gana presidencial, que “ocho millones de peruanos repudian al jefe de Estado”. Además, García olvida que fueron 61,000 votos –esos sí contados uno por uno- los que le permitieron llegar a la segunda vuelta tras desplazar a Lourdes Flores. De modo que, así fueran 50,000 los que resisten la embestida conservadora de García no podríamos decir que esa cifra es desdeñable.
4) “¿Cuál es su meta? Crear un “levantamiento general de los pueblos” aprovechando la crisis mundial...¿Cuál es su estrategia? Acumular fuerzas en la primera mitad del gobierno y en la segunda precipitar la caída del sistema, elegir una Constituyente. Establecer la reelección, proceder a la estatización. ..”
García está viendo diablos azules psicodélicos. Con su paranoico “diagnóstico” social, unifica en un solo campo a los huambisas de Condorcanqui, a los regantes de algunas zonas de Puno, a los comuneros del Cuzco, a los pequeños ganaderos de camélidos de Huancavelica, a los dirigentes sindicales de la CGTP o del Sutep, a los ambientalistas de todos los colores y hasta a las autoridades regionales hartas del engaño centralista. La mente de García funciona en base a este delirio secuencial: llamo a todos los que se me opongan “adversarios del progreso” (que yo encarno); pongo a todos ellos en un mismo saco; digo que, precisamente, el hecho de que estén juntos demuestra que todos ellos obedecen a una conspiración internacional en marcha; no soy, entonces, responsable: soy una víctima.
5) “Su táctica es la captura de los instrumentos de decisión y comunicación. ..por eso (...) se multiplican en los blogs, azuzan a los comunicadores, se adueñan con violencia de la noticia, etc...”
Esto, que por sus harapos formales y de contenido podría haber suscrito cualquier Chichi, lo escribe un presidente de la República que goza de tanta luna de miel con los medios. ¿O cree que América Televisión debería ser más dócil? ¿O que Canal 5 más entregado? ¿O el 7 más sobón? ¿O el 2 más conveniente? ¿O el 9 más elusivo? ¿O el 13 más inexistente? ¿O que RPP debería expulsar a Augusto Álvarez Rodrich y a Patricia del Río, a los que se les concede algunos minutos diarios de eventual disidencia? ¿O es que García pretende decirnos que una tan despiadada como imaginaria oposición de los medios lo explica todo, incluyendo los cadáveres de 24 policías y de los diez lugareños de Bagua? ¿No era oposición despiadada la que García reclamaba en contra de Toledo? Y en cuanto a esa surrealista alusión a los blogs, ¿es que quiere decirnos que El Útero de Marita, o Reportaje al Perú, se hacen siguiendo consignas extranjeras que llegan por e-mail lacrado? ¿No sabe García que el argumento de una Internet contaminada por la rebeldía y el descontento es el mismo que emplean los dirigentes chinos o iraníes? ¿¡Dónde diablos está Saúl Peña!?
6) “¿Qué falta a esta inmensa mayoría? –se pregunta García, quien, sin lugar a dudas, se siente su representante- . Actuar, evitar que el monopolio de la movilización y el grito esté en manos de los “antisistema”. ..enviar cartas a los medios de comunicación, CREAR GRUPOS DE ACCIÓN...” (Las mayúsculas son nuestras, nota de C.H.)
¿Grupos de acción como los que han barrido con la oposición interna en los comicios apristas? ¿Como los que instrumenta el Apra cuando de golpear, amenazar o escarmentar se trata? ¿Ya que no se puede regresar a Haya, regresemos al búfalo Pacheco: esa es la propuesta? ¿Faltaron esos “grupos de acción” en los hechos de Bagua? ¿Ellos podrían haber evitado la tragedia? ¿O es que García, enterrador de Haya en muchos aspectos, cita ahora, de modo implícito, al ideólogo moderno de la derecha peruana, don Víctor Andrés Belaunde y su famosa frase “las masas se combaten con las masas”?
García está mal. Su narcisismo le impide reconocer algún error. Un voluntarismo sonámbulo lo lleva, otra vez, al despeñadero. La corte de adulones que lo sigue como traza y cauda no le hace ningún favor. Este sería el momento en el que el Apra debiera sentarse con su presidente y hacerlo entrar en razones. Pero no hay un solo aprista capaz de esa tarea. La tragedia del Apra es que fue, sucesivamente, un partido perseguido por la derecha, entendido por la derecha y hoy, con García, colonizado por la derecha nacional e internacional. El problema del 2011 no será “el antisistema”. Será que “el sistema” encarnado por García volverá a demostrar que no funciona.
Porque si de sistemas o de antisistemas hablamos, la infección también podría decir que los glóbulos blancos que la combaten son elementos perturbadores y –por qué no-, extraños, casi extranjeros.
Posdata: He regresado de un viaje reparador y me encuentro con dos artículos tremebundos. El primero, el de Alan García, que comento en estas líneas; y el segundo, el de Mario Vargas Llosa, que parece escrito por Eudocio Ravines, que también escribía muy bien y servía tan bien o mejor a la derecha. Después de esta contribución vargasllosiana a la causa alanista y a la satanización del movimiento selvático, ya podemos decir que el gran novelista ha logrado el propósito de todos estos años: pensar como su papá y escribir como su hijo.

La Primera.
30 de Mayo de 2009
Alan
PERDIDO
EN LA ERA DE BUSH (hijo)



Carlos Iván Degregori

El complot

Da vergüenza ajena leer al caudillo de un partido que padeció durante décadas el infame artículo 53 de la Constitución de 1933, dando valor oficial a la teoría del complot extranjero para explicar nuestros actuales problemas sociales. Para quienes no lo recuerden, el art.53 proscribía las actividades del APRA y del PCP por ser “partidos internacionales”.

Ya totalmente del otro lado del mostrador, en un artículo publicado el 29 de junio en el diario Expreso, el presidente afirma que nuestros conflictos son fundamentalmente “parte de un conflicto continental”, de una “nueva guerra fría”, azuzada por los extremistas y “los sobrevivientes de la izquierda de los 70”. Por supuesto que en plena globalización no somos una isla, ni estamos blindados en ningún campo, como el presidente alucinó al inicio de la crisis económica mundial. Pero privilegiar el complot como explicación de los actuales conflictos nos revela a un hombre de ideas agotadas, que ya perdió contacto con su tiempo, que no quiere saber que –para hablar por ejemplo de la selva - hoy los pueblos amazónicos están casi tan globalizados y despiertan más solidaridad en el mundo que la exhausta Internacional Socialista a la que pertenece su partido, sin ser por ello marionetas manejadas desde el exterior.

Es revelador, además, que en su artículo el APRA se diluya hasta casi desaparecer, confundida con “el sistema”; in-mo-la-da en su nombre. Cierto que el artículo lo escribe García como presidente, pero la única mención al “partido del pueblo” es para afirmar que “defiende el modelo con resultados concretos y materiales para el país”. Convertida en soldadito de plomo del “sistema”, la tarea del APRA sería reclutar a ese ejército al fujimorismo, Unidad Nacional y cualquier otra esquirla –Rey, Lay, UPP- que pudiera sumarse al gran Armagedón contra el “antisistema”, término repetido obsesivamente en el artículo: cuatro veces en página y media.
Para que este discurso fluya, es necesario modificar el contenido semántico de la palabra “antisistema”, antes siempre asociada a quienes estaban en contra del orden democrático. Ahora lo son quienes están en contra de la política económica. De esta forma es posible considerar al fujimorismo, sin pudor y casi con un dejo de súplica, como parte de esa alianza,.

Afirma el presidente que los enemigos no son solo viejos, sino pocos: “mil aquí, dos mil allá…un máximo de 50 mil personas”, pero la clave es que “actúan en los mismos lugares en los que antes (2006) ganó el antisistema”. En realidad, el artículo puede leerse como un grito de ayuda dirigido a las fuerzas políticas y sociales del sistema (económico) para que ayuden a seducir a esos votantes, que el gobierno pareciera declararse incapaz de convencer: que “quiebren el monopolio del grito” y usen el teléfono, la red, los blogs, las radios, porque la prensa tradicional ya la considera mayoritariamente perdida, dedicada a “retroalimentar el terrorismo y el desorden como ocurrió en los 80”. Teniendo en cuenta el importante sector de prensa cercana al régimen o al menos a gusto con el “modelo”, y para un presidente que apela desde su primera frase a la fe, esta es una muestra de “derrotismo” inesperado.

Trazando líneas (y definiendo ejes).

La división sistema / antisistema es el eje central de una política de polarización buscada explícitamente desde el Ejecutivo, el Congreso y ciertos medios. Así, de un tiempo a esta parte ha renacido con fuerza la idea de “trazar líneas” entre “dos modelos enfrentados… el que hemos elegido los peruanos y el de Chávez, Morales” (Simon 27.6.09). La dicotomía es engañosa porque olvida dolosamente a países y personajes tan importantes como Lula, Bachelet, Tabaré Vásquez, ninguno tan genuflexo como el peruano ante la inversión transnacional, pero hasta hace poco definidos como una izquierda inteligente. De esa división en el continente se deriva otra interna, entre “los peruanos de buena voluntad y los que no lo son” (Pablo Bustamante, La Hora N, 26.6.09).

La línea se traza incluso entre los dirigentes sociales y sus bases. Porque “los peruanos somos un pueblo divino” (Bustamante). Pero, según Simon (27.6.09), algunos dirigentes “se vuelven más extranjeros que peruanos”. Por eso el premier se jactaba en el Congreso de haber hablado “con los nativos verdaderos; no con los dirigentes, (sino) directamente con los apus.”

Para una persona que afirma respetar la institucionalidad, esta es una declaración lamentable y bastante paternalista, que encaja bien con la teoría del complot. Porque implícitamente ella nos dice que los “nativos”, en el sentido amplio de la palabra, no tienen agencia, no son capaces de tomar grandes decisiones ni dirigir procesos complejos, ni hacer política. Es del mismo orden de cosas que las viejas afirmaciones, según las cuales tuvieron que ser extraterrestres los que trazaron las líneas de Nasca o construyeron Machu Picchu, o que si hubo civilizaciones en los Andes antes de la llegada de los europeos era porque en algún momento muy lejano llegaron hombres blancos, wiracochas barbudos de los cuales hablan algunas leyendas. Desprecio disfrazado de amor por “las bases” ingenuas, manipulables, pero sobre todo incapaces.

Tanto el saltarse a los dirigentes para hablar con bases supuestamente puras, “buenos salvajes”, como el trazar líneas entre buenos y malos peruanos son estrategias antiquísimas. La primera la repatentó Fujimori en la década pasada. La segunda se confunde con el descubrimiento mismo del Perú, cuando Pizarro trazó su famosa línea en la Isla de Gallo. Aunque ese era otro tipo de divisoria. Volvamos mejor al APRA, que sufrió y practicó esa concepción polarizante de la política. Durante décadas ellos fueron “la antipatria”. Durante décadas, en El Comercio no se podía escribir la palabra APRA. Solo se mencionaba a “la secta”. Hoy se les diría el “antisistema”.

Por su parte, el famoso lema del PAP, Solo el APRA salvará al Perú (SEASAP) era la respuesta desde la otra orilla. Y la historia se prolongó con la izquierda, que gustaba trazar tajantes líneas divisorias dentro de sus propias filas, hasta llegar a Sendero Luminoso, también aquí delirante, pues llevaba esa división hasta dentro del individuo mismo: “Dos banderas [luchan] en el alma, una negra y otra roja. Somos izquierda, hagamos holocausto con la bandera negra”.

Chavistas vs. el último bushista.

Volviendo al plano continental, acusar a Hugo Chávez y a Evo Morales como inspiradores del supuesto complot es menú diario de autoridades del gobierno, dirigentes apristas y voceros del “sistema”. Althaus los ha llegado a llamar parte de un “proyecto hegemónico imperialista”, aunque no sea necesario ser analista internacional para darse cuenta que sin Brasil, México, incluso Chile, es imposible hablar de proyecto hegemónico, menos aún imperialista en América Latina.

Que ambos presidentes viven de la polarización es incuestionable. Pero que García y el APRA han caído hace tiempo en el mismo juego también lo es. Incluso, el premier Yehude Simon reconocía en La Hora N (27.6.09), con la ingenuidad que parece caracterizarlo, que en esta batalla contra el eje del mal, estábamos “algo aislados” en América Latina, porque ni Chile ni Colombia, que deberían ser nuestros aliados naturales se alineaban plenamente con nosotros. Chile por su interés en ganar a Bolivia a sus posiciones sobre el problema marítimo, Colombia por el inmenso comercio que tiene con Venezuela.

Pero con su teoría del complot, las referencias de García a que “en el año 2006 dos modelos políticos y económicos pugnaban por el poder”, y su teoría de la “nueva guerra fría”, el presidente se parece al clásico japonés perdido en una isla, que no se enteró que la guerra había terminado; al neocon que no puede creer que la era Bush y sus ejes del mal haya acabado justo cuando él abrazaba con unción ese credo.

Cayendo en Honduras.

Un día después de publicar su artículo, al señor presidente debe haberle sabido a chicharrón de cebo que su canciller tenga que “condenar enérgicamente” el golpe de estado contra Manuel Zelaya presidente de Honduras alineado con Chávez, Morales y Ortega. Pero también se han pronunciado a favor de Zelaya la ONU; la OEA, la Unión Europea y los Estados Unidos. Como para enseñarle que la realidad internacional es mucho más compleja y no está para ponerse a jugar al complot ni para “trazar líneas” mucho más porosas de lo que quisiera.

Más aún, la torpeza del golpe de Estado en Honduras está convirtiendo a un presidente bastante anodino en protagonista continental. Moraleja: la arrogancia y la desesperación pueden resultar contraproducentes y acabar fortaleciendo con frecuencia a los que llaman “antisistema”.

Ante esta situación, García puede aprender de Obama y tratar de desarrollar una política pragmática, bajando el tono ideológico, dejando de imaginar ejes del mal y de poner en primer plano a “los comunistas”, que es casi como hablarnos de Atahualpa el ecuatoriano contra Huáscar el peruano, cuando ambos países ni siquiera existían. Difícil que aprenda si se lee el artículo del 29 de junio y se cae en el delirium tremens de creer que, como en 1824, Perú sigue siendo epicentro geopolìtico donde la suerte del continente se decide.

La otra posibilidad es que la lección hondureña sea aprendida al revés y se decida a aplastar al “antisistema” antes del 2011. Ya AGP se ha ufanado de que si bien no puede decidir quién será el próximo presidente, si puede impedir que alguien lo sea. Tal como va evolucionando la situación, tendrá que hacerlo a la mala. Al desafuero de siete congresistas del PNP pueden seguirle otros, trayendo nuevamente a la mente 1933, el año de la barbarie y del desafuero de toda la célula parlamentaria aprista. Dado el desprestigio y la actual irrelevancia del Congreso, eso hoy seguramente no sería necesario. Pero sí multiplicar juicios, detenciones o exilios de dirigentes “malos” (que hacen fracasar las mesas de diálogo), para luego –si fuera necesario- terminar votando sin taparse la nariz por Keiko Fujimori.


Ideelé
No 193
VICTORIA PÍRRICA
Mario Vargas Llosa
La semana pasada el Congreso peruano derogó los decretos legislativos que habían provocado una revuelta indígena de grandes proporciones en la Amazonía: bloqueo de carreteras, toma de empresas, paralizaciones y acciones armadas en las que perecieron 24 policías (degollados, alanceados y quemados) y diez civiles (abaleados) y unas 150 personas resultaron heridas, según cifras verificadas por la Defensoría del Pueblo. La víspera, desde Palacio de Gobierno, el presidente de la República, Alan García Pérez, promotor de aquellos decretos, había hecho su autocrítica, lamentando no haberlos consultado previamente con las comunidades indígenas y explicando que este repliegue del Gobierno se hacía en aras de la paz y para poner fin al derramamiento de sangre.

De este modo, la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep), a la que están afiliadas unas 1.300 comunidades nativas y su dirigente Alberto Pizango (ahora asilado en Nicaragua), que lideraron el movimiento rebelde, obtienen un triunfo indiscutible. Aunque, para guardar las formas, la abolición de los decretos ha venido acompañada de una vaga propuesta de instalar una mesa de negociaciones para, en adelante, armonizar ideas entre autoridades y nativos, todos sabemos que ni este ni probablemente futuros gobiernos osarán en el Perú volver a intentar meter la mano en la Amazonía para alentar la inversión privada y el desarrollo económico de esta región, la más pobre y despoblada del Perú, que representa unos dos tercios de la geografía nacional. Una cosa está, pues, totalmente garantizada: los 332 mil nativos amazónicos, que, según el censo del 2007, distribuidos en unos quince grupos etnolinguísticos, hablan cerca de 70 dialectos, seguirán siendo en los años venideros los ciudadanos más desamparados y explotados del Perú, los que reciben la peor educación, tienen menos oportunidades de trabajo y las peores expectativas de salud y de vida de todo el país. Si esto no es una victoria pírrica, ¿qué es?

A pesar de su lenguaje algo difuso, los satanizados decretos estaban en el fondo bastante bien orientados. Perseguían una necesidad imperiosa: atraer inversión privada y tecnología de punta hacia una región que tiene grandes reservas de gas, petróleo y muchos minerales y podría ser una fuente de prosperidad y modernización para ese país pobre que es el Perú, empezando, claro está, por quienes más ayuda necesitan: las comunidades nativas de la Amazonía. Es falso de toda falsedad, para cualquiera que eche una simple ojeada a los decretos en cuestión, que en ellos se pretendiera desconocer el derecho de propiedad de los nativos a sus tierras ancestrales. Al revés: su propósito, explícito e implícito, era demarcar estas circunscripciones a fin de que su legalización fuera efectiva y no, como hasta ahora, una mera abstracción contradicha a diario por las invasiones múltiples de que esas tierras son víctimas por parte de los narcotraficantes, la deforestación salvaje que va convirtiendo sus selvas en desierto, la minería ilegal y la enloquecida contaminación de ríos y lagos que está aniquilando la fauna y la flora amazónicas.

Es verdad que el Gobierno, antes de enviar al Parlamento estos decretos, debió llevar a cabo una campaña intensa de información y diálogos con las comunidades nativas. No es seguro que hubiera sido más eficaz que los demagogos y extremistas que, desde hace tiempo, con el apoyo desembozado de Evo Morales y Hugo Chávez, vienen intoxicando a toda la región amazónica con una prédica revolucionaria cuyos soportes básicos son el anticapitalismo, el nacionalismo y el racismo. Es decir, el rechazo de la empresa privada y de la inversión extranjera —salvo, claro está, si ella es venezolana, cubana o iraní— a la vez que el reconocimiento de “naciones indígenas” que tendrían el derecho exclusivo a las tierras amazónicas. Pero, intentando aquel diálogo, al menos se habrían evitado los muertos y heridos, y los grandes daños materiales que esto ha causado al Perú. Y el Gobierno se hubiera ahorrado una derrota política que los enemigos de la democracia —una minoría de resentidos y nostálgicos de Stalin, Mao Tse Tung y Sendero Luminoso— van a interpretar ahora como un incentivo para nuevas acciones violentas que acaben con el dinámico ritmo de crecimiento que tiene el país, lo arruinen y de este modo lo acerquen más a la órbita chavista de la revolución bolivariana y al “modelo” cubano.

Conozco bien la Amazonía peruana, donde he estado muchas veces y donde suceden tres de mis novelas, y he visto de cerca las terribles condiciones de vida de sus comunidades nativas. Desde el siglo XIX, cuando el apogeo del caucho, los indígenas de la selva han sido maltratados de manera inicua, expulsados de sus tierras por mercaderes esclavistas, diezmados en las caucherías, y, más tarde, brutalizados por aventureros sin escrúpulos que buscaban oro y otros metales, por los narcos, por los guerrilleros y por las fuerzas del orden, y siempre olvidados por los gobiernos de la República, ninguno de los cuales se preocupó jamás de la suerte de esta minoría que representaba muy poco desde el punto de vista electoral. Por eso, entre todas las regiones del Perú, ninguna como la Amazonía requiere con más urgencia que la anarquía y la “ley de la selva” que allí imperan sean reemplazadas por un orden legal justo y estable que garantice a las comunidades nativas sus derechos y les abra las oportunidades de mejora y progreso que solo el desarrollo económico —es decir la multiplicación de empresas privadas e inversiones nacionales y extranjeras— y la legalidad democrática pueden conseguir. En las regiones del Perú donde ello ha ocurrido, como en Lima y en toda la región del litoral y en muchos lugares de la sierra norteña, el progreso en estos últimos años ha sido espectacular, ha reducido los niveles de pobreza, generado altísimas tasas de empleo y, gracias al canon minero, dotado a las provincias de unas rentas que jamás tuvieron en el pasado. A esto acaban de renunciar de manera suicida las comunidades amazónicas que siguieron las consignas retrógradas de Alberto Pizango.

No solo él debe estar frotándose las manos ahora, en su exilio nicaragüense. También Fidel Castro y el gran triunfador de esta operación que es, por supuesto, el comandante Hugo Chávez. El Perú es una de las dos espinas que tiene clavadas en la garganta el caudillo venezolano. La otra, Colombia. Para sus sueños megalómanos de convertirse en el nuevo Bolívar, en América del Sur tiene ya secuestrada a Bolivia, semisecuestrado a Ecuador, neutralizada a Argentina que, de todas maneras, en la olla podrida en que han convertido a ese antiguo gran país los esposos Kirchner, podría seguir descomponiéndose hasta caer atada de pies y manos en sus brazos. Brasil es demasiado grande y lejano para poder tragárselo, pero el astuto Lula, que tiene su propio proyecto —a años luz del de Chávez— nunca le hará sombra, ni se le enfrentará, mientras pueda sacar provecho de los petrodólares venezolanos que el hombre fuerte de Caracas derrocha a discreción. Chile ya despegó, ya casi no es un país del tercer mundo, de manera que a lo más que podría aspirar Chávez es a ayudar a desestabilizarlo. El Perú y Colombia, en cambio, son dos objetivos que todavía podrían caer en sus redes. Por eso, el caudillo venezolano ayuda a las FARC colombianas y a las bandas ultrarrevolucionarias (mezcla de narcos y terroristas) que operan en la región peruana del Apurímac y del Ene, y patrocina generosamente a las fuerzas políticas de extrema izquierda que en ambos países tratan por todos los medios, legales o ilegales, de atascar el modelo —democracia política y economía de mercado— que, en los últimos años, a Colombia, y sobre todo al Perú, ha traído un progreso sin precedentes.

Este es el contexto en el que hay que hay que situar lo ocurrido en la Amazonía peruana para entenderlo cabalmente. La responsabilidad de quienes, de manera tan insensata como demagógica, han utilizado a las comunidades indígenas movilizándolas en una guerra abierta contra unas medidas de las que hubieran sido las primeras beneficiarias, inculcándoles las estúpidas mentiras según las cuales aquellos decretos formaban parte del tratado de libre comercio firmado entre el Perú y Estados Unidos y querían privarlos de sus tierras (que nunca han tenido de verdad) es enorme. Por lo menos ha quedado demostrado, una vez más, que no hay límite moral ni político que los enemigos de la libertad no estén dispuestos a transgredir. Y, también, que las reformas que emprenda un gobierno democrático, por más beneficiosas que sean, deben alcanzar un consenso popular antes de ser emprendidas, para que, como ha ocurrido en este caso, no resulten contraproducentes y terminen agravando los problemas que querían resolver.

El Comercio
28-06-09