lunes, 8 de febrero de 2010

CIENTÍFICA DE ALTURA


Fabiola León-Velarde. Es la primera mujer que ocupa el rectorado de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Ella ha realizado importantes investigaciones referidas a los efectos de la altura en seres humanos, animales y plantas.

Jorge Paredes


Su historia familiar dice que desde los cuatro años ya quería dedicarse a la ciencia. Su padre, un médico veterinario graduado en Buenos Aires, le inculcó desde muy pequeña esa curiosidad por la naturaleza, por querer saber cómo funcionan los animales y todo lo que nos rodea. Con el tiempo, esa misma curiosidad la llevaría a conocer en la universidad al científico Carlos Monge Cassinelli, cuyo padre había descubierto el mal de montaña en el Perú y había iniciado las investigaciones sobre los efectos de la altura en los seres vivos. “Es ahí que descubro que en el Perú también era posible hacer ciencia de verdad”, dice Fabiola León-Velarde, mientras nos cuenta que en el segundo año de carrera empezó a trabajar en el laboratorio del doctor Monge, sin saber que la investigación sobre la biología, la fisiología y la medicina del hombre de altura iba a ocupar un papel trascendental en su vida.

Ahora es la primera mujer que ocupa, desde mayo del 2008, el cargo de rectora en la UPCH, rompiendo una tradición de rectores hombres y médicos.

LA VOCACIÓN
Usted decidió ser científica porque su padre la motivó desde pequeña, pero no es común que una mujer se dedique a la ciencia en el Perú.
Fue una decisión personal y está vinculada al hecho de que mi padre siempre me incentivó el interés por la naturaleza, la lectura y la vida. También está la figura muy importante del doctor Carlos Monge Cassinelli, quien ha liderado la investigación sobre el tema de la altura y ha sido mi maestro durante treinta años. En la universidad tenemos liderazgo en dos campos: el Instituto de Medicina Tropical y el Instituto de Investigaciones de la Altura, que se inició en realidad con los estudios de Carlos Monge Medrano, quien en 1921 descubrió el mal de montaña crónico. Cuando apareció la universidad, en 1961, su hijo, el doctor Carlos Monge Cassinelli, continuó con estos estudios, con la contribución del doctor Alberto Hurtado, otro gran investigador.

La medicina de altura es clave en nuestro país, ¿qué cambios ha sufrido el hombre peruano por la condición geográfica de los Andes?
LOS ANDES SON UN LABORATORIO NATURAL
Tenemos en general 30 millones de personas que están sujetas a la disminución del oxígeno, y el oxígeno es como nuestro combustible natural, como la gasolina para el auto. De ahí que tratar de entender cómo funciona un ser humano con menos oxígeno resulta sumamente importante para comprender cuál es el límite. Una primera respuesta la dio la Escuela Peruana de Altura, que dijo que sí hay seres humanos que han adaptado todos sus sistemas a la altura —respiratorio, cardiovascular, renal, digestivo, nervioso, etc.— y pueden realizar una función normal. Pero también existen otros que, a pesar de haber vivido en altura, se enferman y no pueden vivir más ahí. El doctor Monge Medrano llamó a esto mal de montaña crónico, y Monge hijo profundizó estas investigaciones y estableció que existían factores de riesgo que podían acelerar ciertas enfermedades. El otro aspecto está referido a los animales. Ahí hay otra línea de investigación. O sea las llamas, los cuyes, las vizcachas, los roedores, las aves, que tienen un patrón totalmente diferente al del ser humano porque tienen millones de años viviendo en la altura. Los camélidos tienen dos millones de años, los cuyes más de 30 millones, y nosotros apenas 15 mil años. Nosotros nos podemos aclimatar a la altura, pero también nos podemos enfermar.

¿Se puede decir que el hombre andino ha sido afectado en términos fisiológicos por la postergación en que ha vivido en los últimos siglos?
Es cierto que existen diferencias en términos de capacidades, pero este es un tema netamente educativo, de nutrición y de salud, y no está relacionado con la altura. Evidentemente, si hablamos de poblaciones que viven por encima de los 4.500 metros, sí existen problemas. Esas son alturas que no deberían habitarse porque existe muy poco oxígeno. Son pocas, felizmente, las comunidades en el Perú que viven en esas zonas.

TRANSGÉNICOS
La Cayetano también desarrolla el tema de productos naturales, ¿cuál es su opinión respecto a los transgénicos?
Esta es una posición personal, pero compartida con muchos de los investigadores de la universidad. Una cosa es permitir que invadan el país cuatro semillas transgénicas de una transnacional, eso es algo a lo que hay que decir no; y otra es asustarnos por la investigación genética de las plantas para poder, por qué no, darle valor agregado a nuestros cultivos.

Uno se pregunta a veces por qué otros países han desarrollado su agroindustria y nosotros no.Necesitamos que la investigación del primer mundo pueda ser transferida al Perú. En la universidad estamos participando en el secuenciamiento del genoma de la papa, y esta herramienta nos va a servir también para otras investigaciones, por ejemplo, para conocer cuáles son nuestras variedades de uvas pisqueras. Y tal vez nos llevemos una sorpresa sobre las variedades de uvas que creemos tener. Todo esto es muy importante si queremos exportar a gran escala.

¿Cómo ve la investigación científica en el Perú?
Somos la cabeza del ratón. Estamos por encima solamente de Ecuador, Bolivia y algunos países de Centroamérica. Estamos por debajo de Brasil, Argentina, Chile, Colombia, Venezuela. El Estado casi no invierte en ciencia y tecnología, por lo urgente posterga lo importante. Por eso debemos lograr que las empresas privadas se interesen por la investigación científica, algo que yo diría recién está empezando.

MEJORES PRODUCTOS
La Universidad Peruana Cayetano Heredia trabaja en cuatro áreas prioritarias: el desarrollo de productos naturales, el medio ambiente y desarrollo sostenible, la biotecnología para luchar contra enfermedades infecciosas y el desarrollo de modelos integrales de salud. “La manipulación genética, en el buen sentido de la palabra, de nuestros animales y plantas, nos permitirá darle valor agregado a nuestros productos”, dice León-Velarde. “En el tema de los camélidos podremos conocer cómo tener marcadores genéticos para seleccionar a los animales con mejor fibra. Si estoy en el Perú y quiero hacer física de partículas atómicas seguro es muy difícil, pero si quiero trabajar en productos naturales, en genética, hay todo un campo abierto, lo que pasa es que no hemos incentivado correctamente a nuestros profesionales a hacer ciencia”.

El Comercio
15-03-09

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