LA OFENSA
DEL NEOLIBERALISMO
Gonzalo Aguilar (*)
Reviso el último artículo de Waldo Mendoza e intento descubrir de algunaforma qué debiera entender cuando hace referencia al actual modelo neoliberal.
Recuerdo ahora sus clases de macroeconomía, en las que afirmaba que “eso de modelo neoliberal es una simple etiqueta”. Y entonces caigo en la cuenta de que la etiqueta ha de ser enorme, pues, el Perú está felizmente en este grupo, junto con Brasil, Chile, Colombia y México.
Ocurre, según su percepción, que estos países tienen un modelo neoliberal y opone a estos el modelo argentino, boliviano, ecuatoriano o venezolano. En síntesis, afirma que como en esos países “la intervención estatal entorpece el funcionamiento de la economía, es mejor quedarse como estamos”.
Es falaz el argumento: no existen únicamente dos modelos de desarrollo. Aun si aceptáramos esta simplificación, no resulta difícil estar en desacuerdo. Y es que no basta afirmar que en el grupo de países con un modelo neoliberal “la inflación ha dejado de ser un problema”, ni que “el crecimiento del PBI ya se restableció”.
Centrémonos en el Perú: no es cierto que la inflación haya dejado de ser un problema (Zegarra y Tuesta: 2009). Tampoco es cierto que el crecimiento del PBI se haya restablecido (incluso las dudosas cifras del INEI muestran una lenta recuperación económica).
Habría que preguntarse también para qué han servido tantos años de crecimiento. Como el propio profesor Mendoza afirma: “El actual modelo de desarrollo tiene el gran lastre de que no ha logrado que dejemos de ser uno de los países más desiguales en América Latina”. Más datos: la pobreza rural no se ha movido, el salario real sigue estancado en el nivel de los 70, los sistemas de educación y salud son pésimos, las pensiones de jubilación son míseras, la corrupción se ha institucionalizado.
¿Es mejor “quedarse como estamos”? No es suficiente afirmar que “para que el crecimiento sea sostenido y socialmente aceptable [...] tenemos queenfrentar mejor los choques externos”. ¿Cómo enfrentar mejor los choquesexternos en una economía primario-exportadora? ¿No es acaso mejor reorientar el aparato productivo? Es cierto que “hay una enorme tarea [...] para la política fiscal, que tendrá que elevar sustantivamente la presión tributaria”. ¿A quién presionar? ¿Estaría el profesor Mendoza de acuerdo con eliminar las exoneraciones tributarias? ¿Con establecer impuestos a las sobreganancias? Imagino que en su percepción eso podría espantar “la inversión privada, la fuente más importante del crecimiento económico sostenido”.
Inversión que se ha encargado, en alianza con el Estado, de promover un modelo de desarrollo que permite que se despidan trabajadores durante la crisis (cuando durante años las empresas obtuvieron millonarias utilidades que jamás se reflejaron en los salarios y en las condiciones laborales), que asesina y persigue indígenas que defienden sus recursos, que encarcela dirigentes mineros. Porque así estamos en el Perú.
Los modelos de desarrollo son propuestas ideológicas al servicio de unosy no de otros. El Estado orienta las políticas según intereses. Le pregunto al doctor Mendoza: ¿Quiénes ganaron durante todos estos años en el Perú? ¿A quién le convendrá que nos quedemos como estamos?
(*) Egresado de la especialidad de Economía de la PUCP
El Comercio
26-02-10
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