Oswaldo de Rivero
La más grande critica que está recibiendo la ciencia económica en los Estados Unidos y Europa, después del Crash del 2008, no es por su fracaso en predecir la crisis sino por su fracaso en proveer una nueva guía útil a los gobiernos para salir de ella.
Se puede decir que hoy el debate para salir del estancamiento económico, en los Estados Unidos y Europa, sigue anclado entre dos vetustas escuelas del pensamiento económico, cuyos enfoques son más ideológicos que científicos. De un lado, el pensamiento de John Maynard Keynes, haciendo intervenir al Estado para estimular la demanda con expansión monetaria y fiscal. Del otro, el pensamiento de Friedrich von Hayek, contra la intervención del Estado, planteando restricción monetaria y austeridad fiscal.
Es tan pobre el debate entre los economistas en estos países que sólo consiste en repetir lo que dijeron hace muchos años estos dos famosos economista fallecidos. Al hacerlo, ha abierto de nuevo el trillado debate ideológico, que no lleva nada, sobre si el Estado debe o no intervenir.
Esta incapacidad de la llamada ciencia económica para enfrentar la crisis con fórmulas creativas ha alarmado a los académicos de las más importantes Universidades y Bussiness Schools de Estados Unidos y Europa, quienes se han lanzado a revisar la economía. Sobre todo, a repensar el sector financiero, que fue el que produjo la crisis y que es hoy el sector predominante de la economía en los países desarrollados.
La verdad es que ni las antiguas teorías de Keynes o Hayek, ni los nuevos enfoques sobre las finanzas que surjan de esta revisión académica, nos sacaran de esta crisis global. Simplemente porque la actual crisis, no es sola económica, sino una compleja crisis de civilización.
En efecto, hoy, el mundo tiene muchas culturas pero una sola civilización, la civilización urbana planetaria que, en mayor o menor grado, se expande por todos los países. Esta civilización urbana ha hecho crisis porque es incapaz de resolver dos problemas fundamentales para su viabilidad. Primero, no puede sustituir su energía fósil contaminante que está recalentando peligrosamente el planeta; y segundo, tampoco puede cambiar sus patrones de consumo que lo depredan y lo convierten en un basurero.
Gran parte de los economistas no comprenden que la actual crisis que aflige al mundo, no es sólo una grandiosa crisis económica, sino una crisis de civilización, la de un estilo de vida urbano, consumista ecológicamente insostenible que vomita CO2 y que ha sido financiado por un riesgoso capitalismo de casino con crédito irresponsable y enormes deudas privadas y públicas.
Si los gobiernos reactivan la economía global, reactivarán la crisis de civilización, se recalentará más la Tierra. Hoy para saber guiar al mundo a salir de la crisis es necesario el componente ecológico. Los economistas, que hoy revisan la teoría económica, deberían por eso también pensar en la realidad física del planeta. Si lo hacen, se dará cuenta que el PBI crece pero el planeta no.
La Primera
27-07-10