lunes, 29 de marzo de 2010

ACADEMIA Y GESTIÓN


Alberto Mosquera Moquillaza


¿Quiénes deben ser las próximas autoridades de la Facultad? es la pregunta que comienza a ganar espacio en las aulas, pasillos y oficinas de la Facultad, incluso ya se barajan nombres y calidades que deberían exhibir quienes aspiren a sustituir al actual decano, al Consejo de Facultad y a las autoridades académicas y administrativas cuyo mandato concluirá a fines de mayo de este año.

Sobre el particular estimo que toda especulación sobre nombres, debe asentarse en el estado actual de la Facultad, que no es buena ni mala, es pésima, conforme les consta a quienes incluso forman parte de la actual administración. Tan dramática es la situación que soy de los que creen que ante la posibilidad de reestructuración de la Universidad en el marco de una nueva Ley Universitaria, la Facultad de Ciencias Económicas podría ser absorbida por un conglomerado de unidades académicas ubicadas en el área de las ciencias empresariales, bajo la batuta de contadores o administradores, que en la actualidad son los que presentan un buen desarrollo académico y administrativo.

Ante este panorama, en el que la tarea de tareas es ¡salvar la Facultad! los candidatos, en especial el aspirante a decano, debería reunir dos cualidades fundamentales: solvencia académica y capacidad comprobada de gestión. La Facultad no puede exponerse a candidatos que solo sean producto de las compadrerías, de las ambiciones individuales o de una favorable correlación de fuerzas.

El decano por ejemplo, debe ser un hombre favorablemente posicionado en el mundo académico e intelectual, valorado por sus libros, artículos, ponencias, experiencias académicas, etcétera. ¿Imaginan ustedes a un decano tachado en aulas o que en los ambientes académicos sea considerado un verdadero analfabeto funcional? Fuimos, como dicen los jóvenes. Y cuidado, aquí no estamos hablando de exhibición de grados o títulos, nos referimos a un reconocido y sostenido trabajo intelectual y académico.

¿Por qué exijo esta cualidad? Porque se van a tener que tocar muchas puertas y hacer mucho lobby para volver a ganar presencia en escenarios tan competitivos; y sobre todo se va a requerir, internamente, de conocimiento y visión de corto y largo plazo para fortalecer académicamente la Facultad.
Pero además, ese decano, como su equipo, deben exhibir una comprobada experiencia de gestión. En la situación por la que atraviesa la Facultad no sirven las improvisaciones o los aprendizajes. Un ejemplo: dadas las dificultades económicas la próxima administración debe implementar lo que podríamos denominar una economía de guerra, porque así están las cosas. Un profesor de tiza y pizarra, académicamente muy solvente, pero que nunca ha gestionado ni un carrito sanguchero, no estará en capacidad ni siquiera de hacer caja para atender las necesidades más urgentes.

A esas cualidades debe sumarse una exigencia: la dedicación a tiempo completo para liderar el proceso de reconstrucción de la Facultad. No se puede dirigir la Facultad, en el verdadero sentido de la palabra, mediante llamadas telefónicas, ni encargando responsabilidades a quienes no saben atar ni desatar. La Facultad necesita un líder que las 24 horas del día esté pensando y actuando, desde el mismo teatro de operaciones, en cómo salir del atolladero en el que nos hallamos y cómo nos reencontramos con el camino del éxito.

Finalmente debo decir que a pesar de todo lo que se ve en la Facultad, soy un convencido de que existen fuerzas colectivas e individuales que están por el cambio. Estimo por ello que en esta hora de reflexión tengamos la suficiente sabiduría para confluir en esa gran tarea de ¡salvar la Facultad!

Marzo 29 de 2010

No hay comentarios: