Reconocimiento
a ex Rector Wilson Réategui
Nota de los editores.- El pasado viernes 17 de abril, en una concurrida ceremonia que se efectuó en el Centro Cultural de la Universidad de San Marcos, el ex Rector, Dr. Wilson Reátegui asumió el rango de Profesor Emérito de esta Casa de Estudios. El discurso de orden estuvo a cargo del Magister Ricardo Falla Barreda, profesor de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas. A continuación el texto del discurso.
Señor Rector Magnífico
“Una de las más antiguas tradiciones sanmarquinas se encuentra referida al reconocimiento de la Institución a quienes, por su entrega y dedicación, contribuían a resaltar el papel de nuestra Universidad en el concierto nacional e internacional del saber y el conocer. Así, surgió el rango de Catedrático de Prima Jubilado Perpetuo, que desde la instancia republicana denominamos Profesor Emérito. Y lo que celebramos hoy, y para ello hemos sido convocados, es la imposición del rango de Profesor Emérito al Dr. Wilson Reátegui Chávez, Rector de San Marcos (1990 – 1995). Decía el notable humanista cubano José Martí: “honrar, honra”. Y, en efecto, el Dr. Reátegui ingresó a San Marcos para respetarla, primero como alumno, luego como profesor y finalmente como máxima autoridad.
Sus estudios como alumno concluyeron en 1966 con el grado de Bachiller en Educación, en seguida como Bachiller en Letras e Historia, obtuvo la Licenciatura en Historia, y en definitiva como Doctor en Letras e Historia en 1974. El joven Reátegui, sin embargo, había iniciado su actividad docente dos años antes de concluir sus estudios, al ser nombrado Asistente de Cátedra del Dr. Pablo Macera en 1964. De esta manera, lo vimos en San Marcos como profesor auxiliar, profesor asociado y finalmente hasta 1983 cuando fue promovido a Profesor Principal a dedicación exclusiva.
La trayectoria del historiador Reátegui, desde el punto de vista de la producción de nuevos conocimientos, se ubicó en los estudios de la organización económica del Perú. Sus exploraciones por el Archivo General de la Nación, Archivo del Fuero Agrario, Archivo de Comunidades Indígenas del Ministerio de Trabajo, dieron como resultado la obra Explotación Agropecuaria y las movilizaciones campesinas en Lauramarca – Cusco (Lima, 1977). Pronto, vendrían Lanas y capital mercantil en el sur del Perú: la casa Ricketts, 1895 – 1935, trabajo éste realizado junto al Dr. Manuel Burga en 1981. Inmediatamente, hacia 1987, entregaría El campesinado peruano: 1919 – 1930, investigación realizada con el Dr. Wilfredo Kapsoli. Todos estos trabajos se han convertido en clásicos de las exploraciones sobre la realidad económica del Perú.
En su desempeño docente, el Profesor Reátegui, tanto en pre grado como en post grado, dictó las asignaturas de: Seminario sobre la problemática universitaria, Planificación y Administración Universitaria, Bases sociológicas de la educación, Metodología de la investigación científica, Diseño de Investigación, Seminario de tesis, Seminario sobre realidad nacional, Legislación universitaria Latinoamericana. En esta línea de actividad, se desempeñó como Profesor Visitante en Universidades españolas como la de Salamanca, Complutense, Sevilla, Extremadura, Granada; de Alemania, como la de Westfalia; de América Latina, como la de Buenos Aires, Tucumán, Autónoma de México, Federal de Río Grande del sur del Brasil, extenso etcétera.
En todas esta actividades académicas, el Dr. Wilson Reátegui Chávez supo dejar en claro el porqué San Marcos es la Universidad Decana de América, tanto, que en su condición de Rector, nuestra institución fue reconocida como Vice Presidenta Perpetua de la Unión de Universidades de América Latina; asimismo, al constituirse en Madrid, a iniciativa de la Universidad Complutense, el Congreso Mundial Universitario, entidad que agrupaba a las más antiguas universidades del mundo, San Marcos fue ungida como la representante perpetua de América, obteniendo el cargo de Vice Presidenta. Del mismo modo se puede decir, que en 1992, en el contexto de oscuridad política que vivía el Perú por la violación a su orden constitucional, se formó la Comisión de reconocimiento institucional conformada por el Dr. Andrés Aramburú Menchaca, Dr. Francisco Miro Quesada Cantuarias, Dr. Alberto Ruiz Eldredge Rivera, Dr. P. Gustavo Gutiérrez, y el suscrito, para que se encargue de proponer a la UNESCO la inscripción de San Marcos en el índex de Patrimonio Cultural de la Humanidad.
En septiembre de 1993, el embajador del Perú en Francia comunicaba que nuestra querida San Marcos se encontraba, ya, inscrita en el índex de la UNESCO. Para este logro, se contó con el respaldo de Juan Carlos I, Rey de España; SS. Juan Pablo II; Dr. Rafael Caldera, Presidente de Venezuela; Dr. Fidel Castro Ruz, Presidente del Consejo de Estado de Cuba; Dr. Javier Pérez de Cuellar, ex Secretario General de la ONU. Además, se logró el apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores, del Congreso Nacional, de la Asamblea Nacional de Rectores, de la Conferencia Episcopal Peruana, del Consejo Metropolitano de Lima. Todas estas personalidades e instituciones, nacionales y extranjeras, valoraron el aporte de San Marcos a la formación de la personalidad histórica y cultural de América Latina.
Wilson Reátegui Chávez, como rector, además de lo expuesto, firmó el convenio de reconstrucción de la llamada Casona de San Marcos con la Agencia Española de Cooperación Internacional. Los trabajos se iniciaron en 1991 y en 1994 se inauguraba el primer ambiente totalmente reconstruido, el histórico Salón General. Este honrar en forma permanente a San Marcos, producto de su firme identidad institucional, lo condujo a celebrar la vida de distinguidos sanmarquinos. Ahí está el Doctorado Honoris Causa concedido al Dr. P. Gustavo Gutiérrez en 1992, el primero que recibía del Perú el fundador de la Teología de Liberación y que en el 2003 fuera distinguido con el Premio Príncipe de Asturias; ahí está el Doctorado Honoris Causa concedido el eminentísimo Augusto Cardenal Vargas Alzamora, Arzobispo de Lima; y sobre todo, destaca el reconocimiento como Rector Emérito al Dr. Luís Alberto Sánchez en mayo del 1993, quien en esa oportunidad, y en memorable discurso, dijo, entre otros conceptos algo que dibuja de cuerpo entero la gestión de Wilson Reátegui como rector de San Marcos:
“Lo digo que no puedo casi hablar, no estoy fingiendo, no es recurso literario ni retórico; estoy francamente muy conmovido por muchas razones. Una de ellas es que otorgarme este título en estos momentos del Perú es un acto de coraje, de independencia, de libertad que debemos estimar como una presea y un ejemplo para todos (…) fuimos realmente gente que nos dedicamos al Perú y que no le pedimos nada y le dimos todo. Nadie puede acusar de riqueza a Mariátegui, Haya de la Torre, Porras, Basadre, a Bastos, a todos los que fueron de mi generación. Trabajamos por el trabajo mismo, porque era necesario hacer estas cosas (….) Rector Reátegui, este galardón no lo esperaba porque hace 25 años que me aparté de la Universidad trabajando porque la situación ya entonces no era ventajosa ni poderosa; porque soy un ciudadano no solamente corriente sino menos que corriente y que en esta ocasión San Marcos con su prestigio de 442 años de fundada, con todo lo que ella significa para el Perú y el mundo, se acuerde de éste humilde trabajador de algunos años, no es solamente un honor para mí, es un honor para la Universidad que demuestra que tiene un espíritu no digamos caritativo (…)palabras no puedo, solo puedo estrechar la mano y digerir, sollozar silenciosamente con lágrimas que no se ven pero que abren las puertas de mi ser como un manantial inagotable y sincero”, finalizó el maestro Sánchez, cuyas palabras, cargadas de enjundia, señalan el derrotero para enjuiciar las gestión de Wilson Reátegui y explican las razones del porqué San Marcos fue intervenida por el régimen cleptocrático que dominó dolorosamente a nuestra patria.
Aquí, permítanme una pequeña apostilla: Luis Alberto Sánchez, tres veces Rector de San Marcos, eminentísimo intelectual, quien durante su existencia había recibido un sinnúmero de condecoraciones de todo tipo y de lugar, sólo se llevó a la tumba – por indicaciones de él – su medalla de Rector Emérito de San Marcos, su “novia” como él la llamaba.
A lo expuesto, pues, es conveniente reiterar algunos aspectos fundamentales del Rector Reátegui, como fue el logro de las Becas Intercampus gestionadas por él ante el Ministerio de Asuntos Exteriores de España, que permitió que muchos profesores y alumnos desarrollaran actividad académica en diversas universidades hispanas. La proyección internacional de San Marcos, tal como se ha dicho, fue una constante. Ahí queda la reunión de Rectores de las Universidades de la Comunidad Andina; ahí queda el proyecto de escribir la historia de las universidades latinoamericanas como iniciativa de San Marcos, que la UDUAL, con asistencia financiera del BID, se preparaba a ejecutar; ahí queda el proyecto de lograr una alianza estratégica entre las universidades emblemáticas de América Latina.
Son muchos los aspectos a tratar sobre la gestión del Rector Reátegui. Pero, para finalizar, permítanme recordar un hecho anecdótico. A inicios de los noventa, en la zona de la Ciudad Universitaria comprendida entre la Av. Venezuela y el pabellón de la Facultad de Derecho, existía un inmenso terral con un muro enigmático conocido como el “muro de la vergüenza”. Se iniciaron trabajos de jardinería y arborización de tal magnitud, que el Consejo Provincial de Lima la premió a en 1994, y el muro se transformó en el memorial de la universidad donde propios y foráneos posan para una fotografía, o ha servido y sirve como rótulo de diversas publicaciones. Se puede decir, que el “muro de la vergüenza”, gracias a la gestión de Reátegui, se transformó en el “muro del orgullo”.
El Quijote le dice a Sancho Panza en la segunda parte de la inmortal obra de Cervantes: “Sancho la infamia siempre trabaja en la oscuridad”. El 25 de mayo de 1995, la cleptocracia dispuso en forma sorpresiva la intervención de San Marcos. La ley aprobada aquel día a las cuatro de la madrugada y publicada en el diario oficial a las ocho de la mañana, carece de considerandos. Hasta el día de hoy desconocemos jurídicamente las razones de la intervención. Solo podemos decir, que el Rector Reátegui – al igual que en su época sucediera con el eminente José Antonio Encinas – terminó enjuiciado y vilipendiado. Durante cinco años soportó 42 juicios. Todos los ganó. Su gestión económica fue revisada por la Controlaría General de la República y por una auditoria privada contratada por los interventores. Las conclusiones de ambas, señalaron que la gestión económica era impecable y se ajustaba a ley.
Hoy la Universidad Nacional Mayor de San Marcos lo reconoce como Profesor Emérito a propuesta de la Facultad de Ciencias Sociales. Este reconocimiento al Dr. Wilson Reátegui Chávez no hace otra cosa, que desagraviar a quien fue injustamente maltratado. Se trata, de la reparación del honor; se trata de honrar a quien supo honrar como pocos a su alma mater.
En el párrafo final de La guerra y la paz, el genial Tolstoi le hace decir al narrador omnisciente: “la victoria no consiste en imponerse en los campos de batalla, sino en quien sabe resistir”. Y San Marcos, resistió, en el 2001 venció y recuperó su continuidad institucional y hoy, en el 2010 Wilson Reátegui Chávez recupera su majestad sanmarquina. Y como dice el evangelista San Juan “solo la verdad nos dará la libertad”; y ésta imposición de Profesor Emérito al Dr. Wilson Reátegui Chávez, es un acto de verdad de su Universidad y un acto de libertad que enaltece una vez más, a la Decana de América, porque, según reza el verso de Martí, honrar la honra. Es todo, lo que tengo que decir, Señor Rector Magnífico. Gracias por prestarme su atención. ”
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