lunes, 16 de febrero de 2009


Richard Webb:
LA CONTRALORÍA HACE
UN CONTROL TONTO
Michael Zárate

El economista habla sobre las dificultades que tuvo para elegir a los candidatos a contralor – presidió la comisión evaluadora del Ejecutivo – y expresa su preocupación porque aún no se entiende cuál debe ser el perfil de este funcionario.

A Richard Webb no le gustan las telenovelas. Al menos, eso dijo cuando le preguntamos cómo se sentía después de todas las críticas que recibió por la decisión de incluir a Ingrid Suárez como candidata a la contraloría. Incluso, hubo quienes desde el Congreso amenazaron con denunciarlo.
El economista – quien espera no volver a ser convocado para dirigir un proceso de selección – tiene hoy la oportunidad de dar a conocer su punto de vista.
Señor Webb, han pasado ya varios días. ¿Cómo se siente luego de tantas críticas por el caso de Ingrid Suárez?
(Sonríe).

Esa sonrisa dice mucho.
Vea. Yo le puedo dar mi opinión sobre cosas, pero no acostumbro a hablar de cómo me siento.
¿Por qué?
No es un tema público y los medios son para hablarle al público. Informar. Lo otro ya es telenovela.

¿Y cuál sería su opinión sobre el proceso de selección del contralor?
Mi opinión es que el Gobierno ha dado un gran paso que va a quedar como concepto: la evaluación profesional e independiente de cargos como el del contralor. Lamentablemente, hubo una falla en la forma en que se hizo el proceso. Hubo varias fallas.
La autocrítica siempre es buena.
Eso no es autocrítica. Yo no diseñé el proceso, aunque tuve que ver quizá en algunos detalles. Eso no quiere decir que no tenga autocrítica. El proceso fue demasiado apurado. En el futuro debería darse más tiempo porque hay demasiada verificación que hacer. Además, el proceso debería ser llevado por profesionales en selección de recursos humanos. Nosotros consultamos con algunos de ellos. Nos dieron consejos, pero fue algo demasiado ligero.
¿Hablamos, entonces, de que la principal dificultad fue la premura?
Fue un gran obstáculo, pero no el único. Otro obstáculo es que hay muy poca comprensión sobre cuál debe ser el perfil del contralor hoy.
El contralor ha ido adquiriendo un papel más político y menos técnico.¿Hacia dónde deberíamos apuntar?
Aquí hay dos temas que están relacionados: cómo debe ser la contraloría en su conjunto y cómo debe ser el perfil de quien la dirigirá. Lo que veo es que hay mucha falta de comprensión de cómo debe ser la contraloría y, por lo tanto, de cómo debe ser el contralor.
¿A qué se refiere puntualmente?
Llegamos a la conclusión de que la principal capacidad de un contralor es la de ser un excelente gerente. Y para eso no es necesario ser profesional titulado en nada.
Y menos colegiado.
Lamentablemente eso está en la ley. Tuvimos que respetarlo y descartar gente. Yo recomendaría modificar ese requisito. Es de otra época. Estamos en un mundo de gestión, de gerencias, de procesos, de sistemas, de capacidades para actuar y no solo para opinar. Si uno ve hoy los nombres propuestos (para el cargo de contralor), muchos salen de la cantera de personas de la vida política o intelectual, donde lo que más hace la gente es opinar, hablar y escribir. Pero otra cosa es actuar y dirigir.
El sueldo de contralor general es de 15 mil soles, ¿no?
Bueno, ¿sabía usted que ahí nos quedamos frustrados?
¿Por qué?
Porque nunca llegamos a saber claramente cuánto era el sueldo de un contralor. Le preguntamos al ex contralor Genaro Matute y nos dijo que ganaba catorce sueldos de 15 mil soles, pero el presidente tenía una idea de un sueldo bastante mayor. Entonces, quise verificar esto directamente con el viceministro de Economía y me informó que no eran catorce sueldos, sino dieciocho. No sé cómo se explica esa diferencia entre lo que nos dijo el ex contralor y el viceministro. En verdad no entiendo.
¿Y por qué se sintió frustrado?
Porque era importante saber esto (del sueldo) para nuestras conversaciones con varios candidatos, a quienes nosotros buscamos directamente.
El sueldo también fue un obstáculo.
Los candidatos no fueron solo los que concursaron, sino también unas diez personas a quienes buscamos directamente. Pero de todos ellos, solo una aceptó ser candidato (la abogada Mayen Ugarte). Era evidente que estaban desalentados por el salario. Una cosa es trabajar como ministro –cuyo horizonte es de uno o dos años–, pero aquí hablamos de siete años de compromiso. Esa falta de información sobre el sueldo fue un factor en el proceso.
Eso nos dice mucho del desorden y la improvisación en el aparato estatal.
Sí. Se supone que todo esto es transparente, ¿no? Y en la página web de la contraloría hay una cifra, pero lo que nos dijo el viceministro fue otra. Y eso no me sorprende porque hay mucha desinformación en estas páginas web de transparencia. No te dicen toda la verdad. Esto es pintoresco tratándose de la entidad que debería ser el centro de la búsqueda de la transparencia.
Usted dice que el Gobierno ha dado un gran paso con estos concursos para el cargo de contralor, pero el presidente inició consultas con la oposición en el Congreso. ¿Es eso apropiado?
La Constitución le da al Congreso la potestad del nombramiento. Entonces, inevitablemente habrá un criterio político. Yo entiendo que el presidente sienta la necesidad de explorar, pero eso no excluye que, a pesar de esas consultas, se someta cualquier nombre a una evaluación ética e independiente. Hay que ir aprendiendo cuál debe ser el perfil del contralor.
¿Es eso lo que más le preocupa?
Sí. Uno ve hoy algunos candidatos y son, pues, personas que vienen de un mundo que no tiene nada que ver con la gerencia de un ejército del orden de dos mil personas.
¿Qué perfil de contralor se está buscando erróneamente hoy?
Personas conocidas en su mundo, respetadas en algunos círculos, que tienen alguna actividad pública, pero que son actividades más intelectuales, políticas o de opinión.
Probablemente el candidato más mediático es el ingeniero Humberto Campodónico. ¿Qué le parece a usted?
Yo lo conozco a él como un intelectual. No sé qué experiencia o capacidad demostrada tenga gerenciando una entidad que requiere de sistemas modernos de gestión. Realmente yo no conozco.
¿Cómo consideraría usted la gestión del ex contralor Genaro Matute?
A través de todas las entrevistas que hicimos, llegamos a la idea de que la contraloría actualmente dista mucho del nivel de honestidad y eficacia que necesita el país. Yo no sé cómo era antes y quizá el señor Matute la mejoró bastante. No lo sé. Pero así como está ahora hay mucho por hacer. Nos quedó la preocupación porque muchas personas –incluyendo a trabajadores de la misma contraloría– nos hablaban de deshonestidad.
¿Deshonestidad en la contraloría?
Sí, aunque no sabemos a qué nivel. Hay que entender que el mal uso del poder de la Contraloría tiene dos aspectos. Uno es el típico de corrupción, pero hay otro mayor: el uso indebido del poder para fines políticos o personales. Nos quedó la preocupación. Hay todo un tema que es la eficacia del control de la corrupción en el Estado. Uno no necesita hablar con nadie. Es evidente que seguimos teniendo un Estado plagado de corrupción.
El presidente ha pedido una contraloría moderna, pero hay el riesgo de que el interés político prime en este organismo. ¿Cómo evitar eso?
Bueno, es que hay control tonto y control inteligente. Y lo que tenemos ahora es, en gran parte, un control tonto porque no controla lo suficiente la corrupción, pero lo que sí logra es estrangular a la gestión pública. O sea, es el peor de los mundos. Quizá podría ser peor, pero definitivamente hay deficiencias grandes en ambos aspectos.
Actualmente, ¿hay un control tonto en la contraloría?
Sí. Una forma de entender esto es recordar el caso de la Aduana. Antes la Aduana era un control tonto que no controlaba la corrupción, que casi la fomentaba y, a la vez, era un estorbo tremendo para el empresario. Ahora todo está mucho más claro y el empresario tiene ahí una parte del Estado que funciona muchísimo mejor.
García ha dicho que la prioridad ya no debe ser elegir a un contralor, sino reformar la institución. Entonces, ¿por qué los apuraron a ustedes? ¿No los indujeron al error?
Yo no haría escándalo por eso. Más bien, hay que felicitar que el presidente esté hablando de eso y ojalá que entre las autoridades se empiece a pensar más en esa reforma de la contraloría.
Fíjese que usted no solo ha presidido esta comisión seleccionadora. También estuvo en lo de los organismos reguladores y en lo de la compra de patrulleros. Ahí donde hace falta una reforma del Estado lo llaman a usted como si se tratase de un salvador.
(Ríe) Yo feliz de poder ayudar, pero no debería haber esa necesidad de recurrir a una persona en particular. Y estoy seguro de que hay muchos que pueden hacer esto mejor, y eso es lo que se debe ir institucionalizando.
Después de esta experiencia, ¿volverá usted a colaborar con el Estado?
Ojalá no sea necesario (ríe). Son cosas que otros pueden hacer mejor. Cuesta. Es tiempo. No es remunerado. Prefiero estar investigando y tratando de entender al Perú.
¿Qué es más difícil: entender al Perú o elegir a un contralor?
(Ríe) No cabe duda que entender a un país. Es casi una tarea imposible.

La Primera
15-02-09

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