domingo, 1 de febrero de 2009

LA INVESTIGACIÓN
Oscar Gonzáles Cuevas
De cualquier manera, es un hecho que en la actualidad la calidad de una universidad está determinada en buena medida por la calidad de la investigación que en ella se lleva a cabo. Esto se debe, en mi opinión, a que el prestigio de una universidad está determinado por el de sus profesores, y los profesores de prestigio prefieren trabajar, justificadamente, en universidades que les brinden facilidades amplias para realizar sus trabajos de investigación.

Lo que considero una interpretación inconveniente del principio de que las universidades realicen docencia e investigación es la de sostener que todos los profesores de una universidad lleven a cabo las dos funciones. Institucionalmente deben hacerse ambas, pero no es posible que también se hagan personalmente pues es violentar las vocaciones, las experiencias y las capacidades. Esto es especialmente válido en un medio como el nuestro en que el crecimiento explosivo del sistema educativo ha obligado a incorporar como académicos de tiempo completo a personas sin experiencia en investigación.

Un estudio de Gil Antón indica que en una muestra de profesores de un departamento de la Universidad Autónoma Metropolitana, sólo el 23% había tenido, antes de su incorporación como académicos de tiempo completo, experiencia previa como investigador, mientras que el 61% la había tenido en docencia (Gil Antón y otros, 1992, p. 108-114)

En nuestro medio, algunas políticas de ciencia y tecnología han tenido como consecuencia una concentración de profesores de prestigio en pocas universidades que pueden ofrecer condiciones adecuadas para la investigación a sus profesores. Por ejemplo, para pertenecer y permanecer en el Sistema Nacional de Investigadores se requiere presentar resultados de investigación que difícilmente pueden lograrse si no se trabaja en una Institución que cuente con laboratorios, bibliotecas, servicios de apoyo, en la que se puedan constituir grupos de trabajo con líderes de investigación, ayudantes, colegas con quienes discutir los avances de las investigaciones, etc.

Ya que las universidades, o algunas de ellas por lo menos, pueden ofrecer estas condiciones, no resulta extraño que en ellas se lleve a cabo la mayor parte de las investigaciones del país.A pesar de que las universidades brindan estas facilidades para la investigación y destinan una buena arte de sus presupuestos a esta función, también es un hecho que generalmente es necesario gestionar recursos adicionales a los incluidos en los presupuestos universitarios. Esto sucede en todas partes del mundo. Los fondos pueden provenir de compañías privadas, fundaciones, agencias gubernamentales o agencias cuasi gubernamentales.

Esto ha tenido un efecto importante: en muchos campos, la idea de una investigación desinteresada, que se conduzca por su valor intrínseco, tiende a desaparecer. La iniciativa de un proyecto de investigación proviene en muchas ocasiones de quien lo patrocina económicamente. Esto plantea problemas éticos a las universidades, ya que en ocasiones se pretende restringir la difusión de los resultados de las investigaciones, los cuales, como una obligación moral, deben hacerse públicos, o por lo menos, deben ser accesibles a quienes puedan evaluarlos
El autor en profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco de México; y el escrito forma parte de su trabajo El Concepto de Universidad.

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