viernes, 19 de septiembre de 2008

LA REFORMA SILENCIOSA

PALABRAS PREVIAS
MANUEL BURGA
"La reforma silenciosa". Desde hace tiempo, quizá desde 1981, cuando Jacques Le Goff publicó ese hermoso libro La naissance du Purgatoire, en el cual sin palabras previas, ni introducción, entra a analizar directamente el tema, cultivé la esperanza de que de algún día pudiera hacer lo mismo. Sin embargo, ahora que miro el libro terminado, articulado de la mejor manera que he podido, me parece que no puedo dejar de explicar su título, La reforma silenciosa, que no alude a un modelo, sino más bien a una suerte de purgatorio, un tránsito por donde las diferentes universidades están pasando, no como expiación, sino más bien, en muchos casos, como castigo para muchos de los usuarios que las frecuentan.

La primera reforma universitaria en el Perú fue llevada a cabo con un gran entusiasmo secularizador, casi iconoclasta y un auténtico celo innovador, por la segunda generación de liberales que acompañó a varios presidentes de la República entre 1855 y 1876, entre Ramón Castilla y Manuel Pardo. Esta reforma resucitó a San Marcos y desapareció a los colegios mayores, casi todos en manos de religiosos, como el Convictorio San Carlos y el Colegio de Medicina de la Independencia , que entre 1856 y 1862 se convierten en facultades de San Marcos. Así resucita la universidad colonial, prácticamente desactivada por las reformas borbónicas en el Perú. Esta resurrección no se produjo en Caracas, Bogotá, Quito y Santiago, donde el celo republicano llevó al cierre de las universidades coloniales, sobre cuyos cimientos materiales se fundaron las nuevas universidades republicanas. En México y Brasil, donde los liberales eran más radicales, continúa la enseñanza superior en los colegios mayores, en manos de laicos, hasta 1910 y 1922, respectivamente. Pero los liberales peruanos, al igual que sus similares en América Latina, logran devolver la función docente al Estado, apartar a la universidad de la Iglesia, crear las facultades al estilo napoleónico y orientar la universidad a la formación de profesionales, no solo útiles al funcionamiento del Estado, como en la Colonia , sino preparados para descubrir el país, sus problemas y proponer soluciones. Esta reforma se dio desde el Estado, desde el mismo Ejecutivo, a través de comisiones técnicas especiales que elaboraron borradores de reglamentos de instrucción pública que luego fueron promulgados como leyes por el Presidente de la República con la aprobación previa del Congreso.

La segunda es la Reforma de Córdoba, que se inicia paralelamente con la Patria Nueva del presidente Leguía en 1919, a quien los estudiantes habían declarado "maestro de la juventud" el año anterior cuando anunció su regreso de Europa para enfrentar a la "Patria Vieja". Esta reforma, como es bien sabido, aprovecha el mensaje innovador que venía del norte argentino, precisamente de la Universidad de Córdoba, que impregnó a los estudiantes universitarios con nuevos ideales, como la autonomía, el cogobierno, la democracia institucional y la liqui­dación de las universidades liberales, positivistas, en nuestro caso "civilistas". Ahora había que hacer de la autonomía una realidad, escapar de la férula del Estado, para conquistar la libertad que se necesitaba para enseñar e investigar en función de una transformación del país. Todos coincidieron, en los años 20, que había que sacar de la crisis a la universidad de entonces, que era ya totalmente laica y la tarea pendiente era independizarla del Estado, quien la financiaba económicamente; y por eso la lucha que se avecinaba era como una contienda difícil, permanente, con resultados que quizá no pudieron siquiera imaginarse.

Primero se enfrentaron a Leguía, luego a Sánchez Cerro, Oscar R. Benavides y Manuel Prado, quienes combatieron la reforma con instrumentos legales, promulgando leyes que en unos casos suprimían y en otros atenuaban el cogobierno, hasta que finalmente nadie pudo detener la avalancha reformista que se plasma en las leyes universitarias de los años 1946 y 1960, con las que se instala definitivamente la Reforma de Córdoba en nuestro país. Hubo un breve interregno entre 1969 y 1983 de eclipse del modelo de la reforma de Córdoba, cuando se intentó poner en marcha una tercera reforma universitaria durante el gobierno de las Fuerzas Armadas del general Velasco, una reforma que tuvo tanto éxito en otros países de América Latina, como México y Brasil. Aquí no; la situación universitaria era muy diferente. Por eso, en respuesta a la politización de la universidad, el gobierno militar trasladó la investigación al exterior y creó institutos, como el Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN), el Instituto del Mar del Perú (Imarpe), el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP), el Instituto Nacional de Investigación Agraria (INIA) y otros. Es así que en 1983, con la Ley 23733, renacen con nuevos bríos los principios de Córdoba, resumidos en la autonomía y el cogobierno, y quedan a un lado las políticas de calidad, fomento a la investigación y pertinencia con el desarrollo futuro del país. Esta reforma fue bulliciosa, apasionada, con largas huelgas de estudiantes y tomas de locales, con ciudades universitarias convertidas en territorios liberados, con estudiantes desplazados por Sendero Luminoso en diversas univer­sidades para reclutar combatientes para su movimiento, y con dirigencias estudiantiles que estaban pendientes de las discusiones políticas en Albania, China, Cuba, Moscú o Vietnam, para ajustar sus agendas doctrinarias.

Si la reforma laica liberal había conducido a la creación de la Pontificia Universidad Católica del Perú en 1917, la segunda Reforma, por su carácter, la masificación que promueve, la búsqueda de hegemonismo político, aprista, primero, y de izquierda después, la intolerancia ideológica y la inestabilidad institucional, creó el escenario propicio para el surgimiento de la universidad de las clases medias a partir de 1961. Las décadas de 1960, 1970 y 1980, dentro de la universidad pública, serán de convulsión, luchas intensas de los diversos movimientos estudiantiles por el hegemonismo, ataque al Estado, crítica radical a la sociedad tradicional, desarrollo de la intolerancia ideológica, acompañado del mesianismo programático, todo lo cual, conjugado, conducirá a la crisis profunda de esta institución. Dicha crisis será más evidente a inicios de la década de 1990, cuando llega el fin de la Guerra Fría , el colapso de los socialismos de Europa Oriental y la desaparición de la Unión Soviética , y cuando la misión de la universidad, en palabras de sus académicos y autoridades, se reorienta hacia la misión de una universidad con calidad, investigación y pertinencia con el desarrollo nacional.

La Ley Universitaria 23733 fue casi puesta al margen del estado de derecho con la promulga­ción de la Constitución de 1993, porque muchos de sus artículos colisionaron con artículos de la Constitución, como el de la gratuidad y la exoneración de tributos municipales. Sin embargo, la universidad privada, la ahora llamada sin fines de lucro, logró sobrevivir y desarrollarse muy bien al amparo de esta ley. Pero muy pronto vino el Decreto Legislativo 882 de 1996, que legaliza la creación de las universidades empresa, con o sin fines de lucro; para el caso de nuestra explicación, más importante que el carácter de negocio es el hecho de que estas universidades, organizadas de acuerdo con esta norma, logran evadir la 23733, es decir, los principios de Córdoba, y crear su propia institucionalidad de tipo empresarial. No importa más la autonomía, ni el cogobierno, ni la democracia institucional, ahora interesa más la eficiencia, la calidad, la responsabilidad empresarial, el mercado, la calidad y la pertinencia respecto a lo que la sociedad demanda. Esto es lo que denomino la "reforma silenciosa", la que se hace desde la sociedad civil, fuera del marco legal de la universidad tradicional, desde el mercado y por la enorme demanda de los sectores medios.

En el 2006, de acuerdo con el último Resumen Estadístico de la ANR (2007), el número de universidades privadas (56) casi dobla el de las públicas (35). Las primeras sobrepasan a las segundas desde 1996, pero lo novedoso, desde el año 2006, es que la matrícula de alumnos universitarios es mayor en las privadas que en las públicas. A lo que finalmente debemos agregar que las universidades privadas que se organizan de acuerdo con el Decreto Legislativo 882, de 1996, llamadas comúnmente universidades con fines de lucro, representan más del 50% del total de las universidades privadas, son las más dinámicas al ofrecer vacantes, y los postulantes que se presentan a ella tienen más posibilidades de ingresar. Lógicamente, ello está generando un crecimiento ilimitado de vacantes, al margen de cualquier sistema de regulación en la actualidad. Esta tercera reforma no proviene del Ejecutivo, ni del Le­gislativo, sino más bien de las fuerzas de la economía de mercado y de las clases medias. Muchos políticos vinculados a estas nuevas universidades ocupan importantes cargos en el gobierno central, el legislativo, los gobiernos locales y subnacionales; por lo tanto, una nueva ley universitaria que los amenace o trate de regular las universidades es una tarea difícil de cumplir. Sin embargo, y de manera sorpresiva, el Estado peruano, esta vez presionado por sectores mayoritarios, generalmente populares, de las clases medias emergentes y también de instituciones internacionales, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o el Banco Mundial (BM), está transitando desde una negligencia benevolente hacia el gasto en educa­ción, que asigna presupuesto sin pedir nada a cambio, a un Estado evaluador y regulador. Esto lo podemos percibir en la contención de las demandas de los docentes universitarios por mejores remuneraciones que estaban a punto de concretarse con el programa de homo­logación 2005-2008 en un tardío cumplimiento de la Ley 23733, que ahora está detenido, deformado y supeditado a nuevas exigencias en la formación y rendimiento de los docentes universitarios. Esperar más calificación y mejores investigaciones de profesionales que han sido abandonados tanto tiempo con remuneraciones por debajo del nivel de subsistencia, es "pedir peras al olmo". Por otro lado, el mismo Estado ya ha promulgado la Ley del Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Control de la Calidad (Sineace). Por lo tanto, ahora se avecina una suerte de confrontación entre un Estado regulador y la educación superior universitaria en general. ¿Se pondrá un límite a la proliferación de universidades negocio? ¿Se fortalecerá a la universidad pública actualmente en dificultades? ¿Se impedirá que la educación superior universitaria pública, por su baja calidad, sea más bien un mecanismo de separación entre los peruanos pobres, de un lado, que asisten a la pública, y los peruanos con recursos, que prefieren a la privada?

En este escenario de una "reforma silenciosa", las regiones han ganado una importante batalla: poner la descentralización en marcha. Este proceso fue largamente postergado por el centralismo limeño y por el peligro de arcaicos regionalismos al servicio de gamonales, terratenientes y comerciantes, pero ahora parece que la descentralización tiene un amplio consenso para que todos -en lo posible- se queden en sus regiones de origen. La descentra­lización que, teóricamente, transfiere las riquezas y las responsabilidades a las regiones es también la gran oportunidad que tienen las universidades públicas regionales de asumir sus responsabilidades, autorreformarse y construir su propia historia. Por eso este libro quiere llamar la atención sobre esta singular situación, una reforma silenciosa que se realiza en un escenario de mercantilización de los servicios educativos, de apogeo de la universidad em­presa, de universidades públicas metropolitanas que dependen de presupuestos mediocres, casi desfinanciadas, y de la aparición de un Estado que se revela evaluador y regulador de la educación superior. Por otro lado, lo que constituye una original oportunidad histórica es que muchas regiones, por la calidad de sus recursos naturales, tienen la oportunidad -al margen de los intereses y lobbies que actúan tanto en Lima- de contribuir a la emergencia de la auténtica universidad regional. Las regiones, con sus propios recursos naturales, tienen ahora la oportunidad de fortalecer a sus universidades regionales y, de esta manera, participar en el desarrollo nacional.

Agradecimientos. Este libro tiene un carácter bastante particular. Así como en el libro de Pablo Macera Santero y Caminante (1992), el autor evita la autoría y cede la palabra al artesano Jesús Urbano Rojas, así también en este libro he querido ceder la palabra a las regiones, al discurso descentralista, a la emergente universidad regional. Por eso quisiera comenzar por agradecer a Felipe Portocarrero Suárez, Carolina Trivelli, Gonzalo Portocarrero y Félix Lossio Chávez, integrantes de la Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú, quienes me encargaron la realización del trabajo que aparece en la segunda parte de este libro. Con ellos conversé muchas veces hasta encontrar el buen camino para abordar el tema central, universidad y descentralización. A ellos debo agradecer en primer lugar.

Este encargo me permitió trabajar con Rafael Nova, antropólogo de San Marcos, quien -por encargo también de la Red- entrevistó a varios docentes universitarios de provincias, que ahora no puedo citar en extenso. Pedro Yáñez, sociólogo, profesor de la Universidad Nacio ­nal de Cajamarca (UNC), habló mucho sobre la necesidad de discutir seriamente la agenda universitaria de investigación con los responsables del gobierno regional. César A. Cardoso, también sociólogo, profesor de la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo (UNPRG), reclamó un programa de urgencia para educar a la población en lo que significa la descentralización. Él hizo la siguiente reflexión: "Lambayeque es un pueblo esotérico donde los tres viejos po­deres ideológicos están presentes: el poder de la Iglesia , el poder de la brujería y el poder de los militares. ¿Dónde está el poder de la ciencia?". Una reflexión semejante hizo Francisco García Calderón, en los años 1860 del siglo XIX, cuando dijo que la gente confiaba más en el curandero que en el médico, y que había que legislar para promover y defender el trabajo de estos nuevos profesionales. Cuando la Red -por iniciativa del Mg. Gustavo Reyna- trasladó la mesa redonda "Universidad y Descentralización" a Huancayo, el Rector de la Universidad Nacional del Centro del Perú (UNCP), Jesús Sánchez Marín, afirmó que la investigación en la universidad pública se había convertido en una suerte de "vaso de leche universitario", al cual todos procuraban acceder sin importar lo que se debía o podía investigar. En los tres casos hay un mismo reclamo, priorizar la investigación para las regiones, investigar lo que ellas demanden o necesitan, pero con un financiamiento adecuado y una estrategia de me­diano o largo plazo. El profesor César A. Cardoso, de una manera bastante audaz, propone la transformación de los intelectuales universitarios, que el denomina "sociales", en una nueva clase "política intelectual regional", que podría reemplazar a la tradicional clase política que en la actualidad gestiona el proceso de descentralización. A través de ellos tres agradezco a todos los entrevistados y al entrevistador que, de alguna manera, han participado también en esta investigación.

La tercera parte del libro es de autoría compartida con Miguel Giusti. Con él realicé cuatro visitas de trabajo en la Universidad San Antonio Abad del Cusco (UNSAAC), entre el 19 de enero y el 26 de mayo del año 2007, a pedido de su Rector, Dr. Víctor Raúl Aguilar Callo, quien deseaba promover un cambio institucional. El pedido, como se podrá rápidamente percibir, estaba dirigido a un pequeño equipo, mixto, integrado por un profesor de una uni­versidad privada ( la Pontificia Universidad Católica del Perú) y un profesor de una pública ( la Universidad Nacional Mayor de San Marcos), con la finalidad de contar con dos referen­tes distintos. Esta invitación nos permitió trabajar con las autoridades, los funcionarios, los estudiantes y con el mismo Rector. También pudimos asistir a talleres con los trabajadores administrativos y docentes y tuvimos la oportunidad de escuchar a los estudiantes, quienes expresaron -como era previsible- duras críticas a la situación de entonces en la UNSAAC. Muy pronto entendimos que la necesidad de un cambio institucional nos llevaba hacia la propuesta de un nuevo modelo de universidad pública regional. Trabajamos todo el tiempo de manera conjunta, sin división temática alguna, y asumimos la redacción de la misma manera, con mutuas revisiones y correcciones hasta llegar a un texto final. Esta tercera parte del libro incluye una propuesta que se tendrá que desarrollar, pero que estamos seguros puede interesar a otras universidades y así contribuir con la construcción de la esperada universidad pública regional. Debo expresar mi agradecimiento a Miguel Giusti por su generosidad al permitirme publicar este documento dentro del presente libro, en el cual -me parece- adquiere una dimensión y una utilidad muy especiales.

No puedo mencionar a todos mis amigos de San Marcos, pero sí al movimiento docente Acuerdo Institucional Sanmarquino, que me permitió ejercer el rectorado de San Marcos en el período 2001-2006, y así ingresar al verdadero laberinto de la crisis de la universidad pública peruana. A ellos debo decirles que Michel Foucault tiene una clásica cita donde sentencia que el poder vuelve ciego e imbécil al que lo ejerce; que no fue mi caso personal, ni el caso colectivo de nuestro grupo. Quisiera asumir más bien otra cita que hace Foucault en su libro de 1963, El nacimiento de la clínica, donde toma las palabras del médico Bichat del siglo XVI II para mostrar el nacimiento de la mirada clínica: "Abrid algunos cadáveres: veréis desaparecer enseguida la oscuridad que la observación sola no había podido disipar" (1987: 209). Foucault interpreta metafóricamente esta cita al decir: "La noche viva se disipa con la claridad de la muerte" (Ibíd.). No quiero decir que hay que seguir al pie de la letra a este filósofo, ni esperar que un manto oscuro cubra a la universidad pública para poder estudiarla, más bien quiero decir que una gestión rectora¡ pasada, en mi caso personal, es como un cuerpo histórico fijado en el proceso de una institución, no muerto como algunos quisieran, sino más vivo y actuando, y por eso me parece oportuno utilizar esta cita para decir que una gestión pasada es como una noche -estabilizada en el pasado- que se disipa con la claridad que da la distancia y la reflexión posterior. A mis amigos de San Marcos puedo decirles que este libro nunca lo hubiera escrito sin esa experiencia rectora¡, y les puedo asegurar también que este libro se inscribe dentro de mi proyecto de investigación "San Marcos republicano, 1856­2000: de las ilusiones a las realidades", que espero pronto concluir.

Asimismo, quiero agradecer a los integrantes del Instituto de Estudios sobre la Universidad (Inesu), por las reuniones semanales de análisis y debate sobre temas, propuestas o ideas respecto al destino de la universidad peruana. Sin siquiera discutir este libro, ni hablar de su existencia, recibí de ellos mucha inspiración y fuerzas para terminarlo. Esta apuesta común dio un gran paso cuando el 28 de febrero pasado cinco integrantes de Inesu, Salomón Lerner Febres, Javier Piqué del Pozo, Javier Sota Nadal, Oswaldo Zegarra y yo, tuvimos frente a nosotros a los rectores de la UNC , UNSAAC, UNCP, UNPRG y la Universidad Nacional del Altiplano (UNAP); y a los presidentes regionales de Cajamarca, Cusco, Junín, Lambayeque y Loreto en una reunión preparatoria del seminario internacional "Universidad y Desarrollo Regional", que se prolongó durante todo un día y que nos dejó grandes tareas y esperanzas.

Finalmente, agradezco a toda mi familia, mi compañera Elizabeth, mis hijas Cybele y Elisa, que comparten conmigo -a veces con lógico fastidio- lo que solemos denominar la resaca del rectorado, donde la ingratitud y la mezquindad pretenden derrotar al reconocimiento de una obra hecha con conocimiento, entrega y honestidad. Por último, debo terminar diciendo que este libro queda dedicado a mi hijo y a mi nieto que, como millones de niños peruanos, son la promesa de un futuro mejor para nuestro país.

En: BURGA Manuel, la Reforma silenciosa, Descentralización, desarrollo y universidad regional. Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú, Lima, 2008

1 comentario:

auki dijo...

Creo que, a pesar de que no se cuenta con la totalidad del libro de Manuel Burga (MB), el texto de sus "Palabras previas" introduce algunas tesis y pone en discusión algunos asuntos de interés centrales (sin perjuicio de otros, por cierto):

1. La pertinencia de una reflexión que los propios actores universitarios hagan sobre la relación Universidad - Sociedad (que comprende por lo menos: a) misión de la Universidad, b) situación y vigencia de la "reforma", c) relación con el Estado, d) relación con la sociedad civil nacional y regional y e) relaciòn con el mercado) f) recursos. En ese contexto MB, desde su posición personal, cree contar y busca aportar con una perspectiva especial para ver la Universidad, mirarla "foucaultiana" y clínicamente y en forma retrospectiva a partir de la terminada experiencia rectoral. Tal ejercicio que resulta interesante como invitación a imitar -precisamente para no caer en la condena de la ceguera o la imbecilidad tras el ejercicio del poder sobre lo que también alerta Foucault y que el autor ha recordado- debería correr paralelo con la constatación de que dicho espíritu reflexivo sobre la Universidad y su quehacer no es precisamente la práctica normal de los actores docentes universitarios y, sobre todo, de quienes buscan y asumen cargos directivos -a veces en forma compulsiva y permanente a lo largo de los años- lo que muestra más bien que pareciera predominar la sola inquietud por el logro personal más que el interés por el desarrollo institucional. Y, probablemente, ese rasgo deba apuntarse como uno de los factores internos importantes de la crisis de la universidad pública. De ahi que, a partir de esa constatación, resulta indispensable promover -casi como cruzada y como imperativo ante la crisis- la reflexión generalizada y sistemática sobre la propia situación del ambito universitario.¡Por cierto mucho más allá de los parámetros burocráticos de las llamadas evaluaciones de calidad o "autoevalaciones" para la certificación!, porque está descontado que no se busca el onanismo ni la autocomplacencia.

2. MB llama la atención sobre el crecimiento y predominancia ya de la universidad privada de lucro, con su población, recursos, intereses y motivaciones por encima y en desmedro de la universidad pública, siendo las universidades públicas metropolitanas (y dentro de ello San Marcos, en primer lugar) las más perjudicadas por ese desbalance producido "silenciosamente" por obra del mercado y la propia dinámica de la sociedad civil. Agregado ello a la ofensiva del Estado que recorta recursos y promueve "certificaciones de calidad" (a la postre insuficientes), se configura una suerte de callejón sin salida si no una situación realmente dramática para la universisad pública y San Marcos dentro de ella, descolocada frente a la sociedad, desarticulada de las necesidades de sectores concretos, masificada y sin recursos y con muy debiles condiciones de calidad para competir con lo que producen universidades privadas de calidad (no de lucro), remitida a ser fábrica de profesionales relegados por la preferencia que el mercado haría de lo que egrese de las cada vez más numerosas universidades de lucro. Sin dejar de lado, por cierto las precarias gestiones administrativas y de gobierno (cf. como ejemplo supino el asunto del cerco de Ciudad Universitaria y el conflicto con la Municipalidad de Lima). A ello debe agregarse el espíritu castrado y mercantilizado de la población estudiantil y que dejó definitivamente el temperamento contestatario y radical, parcialmente propositivo, que caracterizó a las décadas anteriores, incapaz hasta el momento de plantear alternativas. Sólo para resaltar, en atención a su anterior rol protagónico, lo que aqueja a este estamento y que, sin duda, no le es privativo.

Frente a este punto -si es que es el medular o de los más relevantes- ¿qué hacer? Ese es el tema. ¡He ahí el detalle!

3. MB resalta la importancia de construir "el poder de la ciencia"(dicho de Cardozo de Chiclayo), basándose en las inquietudes y expresiones de actores universitarios regionales. ¿Cual es la relaciòn de los intelectuales universitarios con la "clase política"? Burga parece tratar en su libro las potencialidades de la universisad regional como otro de los aspectos principales de lo que llama la reforma silenciosa. Los recursos con que cuentan las regiones suministran una oportunidad excepcional. Sin desmerecer la importancia de ellos, probablemente el aspecto medular reside en la posibilidad de vinculaciòn concreta y en términos de intercambio permanente de esas instituciones con las necesidades de un entorno social específico, investigando a partir de necesidades y requerimientos específicos, como también dando luz sobre cómo develar los problemas trascendentes de esas poblaciones. Seguramente, en el contexto regional, eso efectivamente es ya no sólo posible y, hoy, una oportunidad excepcional. Pero ello no está vedado -aunque hay que reconocer que también ahí una nueva competencia le dificulta el camino- a las universidades publicas "metropolitanas" y particularmente a San Marcos. Nuevamernte resulta tema central de discusión ¿qué hacer a este respecto y frente a ese reto? O, en todo caso ¿cuál sería el quehacer particular de San Marcos en este nuevo contexto?

La lectura del libro y los comentarios y criticas que suscite -predominantemente ad literam y no ad hominem- seguramente serán de utilidad.

Saludos

Andrés Huguet

P.D.:¿Y por qué no se organiza un intercambio público, con panelitas, sobre el libro? Y sobre otros que se produzcan sobre el tema.