¿RÉQUIEM POR LA REVISTA
DE LA FACULTAD?
DE LA FACULTAD?
ALBERTO MOSQUERA MOQUILLAZA
Me escriben desde Montreal, inquiriendo por la Revista de la Facultad. Ignoran que desde hace un año y cuatro meses he dejado de ser el Coordinador de edición de dicha publicación,[2] que se supone tiene una periodicidad trimestral, pero cuya última entrega corresponde a diciembre del año 2007, hace exactamente nueve meses.
Conociendo lo que pasa en la Facultad deduzco las vicisitudes actuales de la revista, y sobre ellas versarán estas líneas, al mismo tiempo que comparto con ustedes una experiencia editorial, que comprendió no solamente la publicación de la Revista sino también libros y boletines[3], que nos colocaron en un lugar expectante en el mundo académico e intelectual.
Lo primero que debo decir es que una revista no se explica por si sola. En la mayoría de los casos – estamos hablando de la Universidad- ella forma parte de un proyecto mayor. Es decir que habrá revista buena y sostenible en el tiempo siempre y cuando exista un norte de desarrollo establecido, al que la publicación apuntala. Si no existe ese derrotero, la revista podrá salir, pero más temprano que tarde desaparecerá por no haberse precisado sus objetivos en el marco de lo que integralmente se busca.
EL NORTE DE LA REVISTA
La experiencia de Estrategia y Desarrollo (ESTRADE) es ilustrativa. En los años 90, desde antes de asumir la dirección de la Facultad, se sabía lo que tenía que hacerse cuando ese momento llegara. El nombre del movimiento obedeció a la importancia que se le dio al diseño de la estrategia de salida a la terrible crisis de gobierno que se sufría en esos años, que atravesaba de extremo a extremo la vida académica y administrativa de la Facultad, y que la había colocado prácticamente al borde de su extinción. Como parte de esa estrategia había que asumir: “la estructuración de órganos de difusión adecuados para recuperar la influencia de la Facultad en el debate nacional sobre los problemas económicos del país”.[4]
Esta idea-fuerza, vital para la relación de la Universidad con la comunidad nacional, se mantuvo hasta el final de nuestras responsabilidades. Por esta razón, cuando en el año 2001, luego de la publicación de 19 números, se abre la Tercera Época de la Revista[5], se señalaron como objetivos:
• Contribuir, desde una perspectiva multidisciplinaria, a la reflexión sobre los principales problemas económicos y sociales del país y del mundo.
• Generar una corriente de pensamiento económico genuinamente sanmarquino en el marco de las responsabilidades de la Universidad con el país.
• Afirmar y consolidar la presencia de la Facultad y de los economistas sanmarquinos en el mundo de la intelectualidad y el mercado profesional.
• Contribuir a la afirmación de una cultura democrática en el país.
• Contribuir al desarrollo de una identidad sanmarquina, de autoestima y orgullo por pertenecer a una cuatricentenaria Universidad y a una Facultad con 126 años de existencia.
Si se habla de la función social de la Universidad, la revista jugó un papel de primer orden en la proyección hacia sus extramuros, porque desde su primer número buscó el acercamiento a los sectores sociales a los cuales se debe una Universidad como San Marcos, convocada por la historia a ser un referente del pensamiento social. Fuimos conscientes de que a través de la revista podíamos interactuar no solamente con los economistas, buscamos, preferentemente, posicionarnos en los círculos no especializados a los cuales llegamos con la palabra autorizada de la Universidad, buscando a través de esta relación de ida y vuelta, la legitimidad perdida.
Esta idea-fuerza, vital para la relación de la Universidad con la comunidad nacional, se mantuvo hasta el final de nuestras responsabilidades. Por esta razón, cuando en el año 2001, luego de la publicación de 19 números, se abre la Tercera Época de la Revista[5], se señalaron como objetivos:
• Contribuir, desde una perspectiva multidisciplinaria, a la reflexión sobre los principales problemas económicos y sociales del país y del mundo.
• Generar una corriente de pensamiento económico genuinamente sanmarquino en el marco de las responsabilidades de la Universidad con el país.
• Afirmar y consolidar la presencia de la Facultad y de los economistas sanmarquinos en el mundo de la intelectualidad y el mercado profesional.
• Contribuir a la afirmación de una cultura democrática en el país.
• Contribuir al desarrollo de una identidad sanmarquina, de autoestima y orgullo por pertenecer a una cuatricentenaria Universidad y a una Facultad con 126 años de existencia.
Si se habla de la función social de la Universidad, la revista jugó un papel de primer orden en la proyección hacia sus extramuros, porque desde su primer número buscó el acercamiento a los sectores sociales a los cuales se debe una Universidad como San Marcos, convocada por la historia a ser un referente del pensamiento social. Fuimos conscientes de que a través de la revista podíamos interactuar no solamente con los economistas, buscamos, preferentemente, posicionarnos en los círculos no especializados a los cuales llegamos con la palabra autorizada de la Universidad, buscando a través de esta relación de ida y vuelta, la legitimidad perdida.
AUTONOMÍA DE PENSAMIENTO
No se trataba entonces de llegar por llegar a nuestro público-objetivo. En la Universidad siempre hemos abogado por la vigencia de un pensamiento crítico, porque entendemos que un país como el nuestro requiere del concurso de una intelectualidad reflexiva y crítica. Además, las horas que vivíamos, de posicionamiento del neoliberalismo como pensamiento-guía en la sociedad peruana nos imponía como primera obligación asumir una actitud irreverente con el estado de cosas reinante. Y así lo hicimos, a pesar de que la Universidad, desde 1995 estaba intervenida por una Comisión Reorganizadora, y de que en la propia Ciudad Universitaria se había establecido, por orden del gobierno, una base militar, a la que pertenecían los soldados que una noche de agosto de ese mismo año allanaron la sede del Sindicato de Docentes de Economía (Sindec).
En esas condiciones se trabajaron los primeros 18 números, sin abdicar de nuestra autonomía de pensamiento, dispuestos eso sí a tirar los trastos si acaso se hubiese intentado algún nivel de censura. De esta manera, con el concurso de los docentes, fuimos realmente atrevidos al abordar temas neurálgicos para el pensamiento oficial de entonces. A manera de ejemplo, cito dos fragmentos del editorial del número 3 de la revista:
“…Creemos que se están manejando peligrosamente los números, (se refería a las autoridades gubernamentales. A.M) con evidente fines políticos antes que técnicos. Se trata de presentar al modelo económico implantado como el que tiende a resolver el problema de la pobreza en el país y ello no sólo contribuye a querer ocultar las debilidades del modelo, sino también a tratar de silenciar el reclamo de muchos sectores de la comunidad por mejores condiciones de vida”, para después afirmar:
“…como lo venimos sosteniendo desde el primer número de esta Revista, nuestra Universidad tiene la obligación intelectual y moral de contribuir a la reflexión académica y técnica sobre tan lacerante problema y de presentar las alternativas que se consideren pertinentes”.[6]
Desde esta perspectiva de compromiso social, nuestro público objetivo – lo dijimos líneas arriba- no podía ser exclusivamente el de los economistas. Para estos círculos se trabajaron publicaciones especializadas. La revista tuvo otras fronteras sociales, las cartas de felicitación y agradecimiento, incluyendo aquellas procedentes de algunas cárceles peruanas nos decían que no nos habíamos equivocado. Indudablemente que el posicionamiento fue académico e intelectual, gracias al cual a la Facultad se le abrieron las puertas de instituciones de diferente naturaleza, a las que en otros años ni siquiera había llegado.
La imagen así alcanzada, trabajada con una voluntad de orfebre, nos permitió contar con el concurso de colaboradores de fuera de la Universidad del más alto nivel, particularmente del extranjero. La columna vertebral la puso la docencia de la Facultad, de cuya plantilla 57 profesores escribieron en la Revista, pero además se contabilizaron 75 colaboradores externos, de los cuales 27 pertenecían a Universidades o entidades foráneas. Sólo como referencia, podemos decir que hemos tenido el honor de contar con el concurso de José Antonio Ocampo[7], quien fuera Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Jorge Chediek, Representante Residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para el Perú[8], y Bernardo Kliksberg,[9] asesor de las Naciones Unidas, BID, UNESCO, entre otras instituciones del mismo nivel. Quienes se mueven en el mundo de la intelectualidad dará fe de nuestra afirmación: ninguna de esas personalidades habría comprometido su participación si es que antes no se hubieran percatado de la calidad de la revista[10]. Con el tiempo no hubo que tocarles las puertas, ellos mismos nos enviaban sus artículos.
PRESUPUESTO ESPECIAL
En la construcción de esa imagen la calidad de los artículos es importante, lo fundamental, pero en los tiempos que vivimos, donde palabras como calidad, excelencia y marketing son altamente significativas, la forma, la presentación, suele convertirse en un asunto clave para la aceptación de las publicaciones. Esto tiene que ver con el cuidado en la edición y corrección de los artículos, diseño de carátula e interiores, selección de ilustraciones y fotografías, trabajo de impresión, calidad de papel, etcétera. Estos procesos tienen un costo insoslayable. Es decir, un proyecto editorial serio presupone un presupuesto especial que garantice su continuidad, a sabiendas además que el retorno de la inversión no se da en términos crematísticos, sino en proyección académica, intelectual, por ende en imagen institucional, lo que para la Facultad, dado su ostracismo era un asunto de primera necesidad. Ese fue el desafío, que se asumió sin regateo alguno: prioridad de prioridades, fueron las palabras mágicas, y no se escatimaron esfuerzos, porque se sabía, como señala la sabiduría popular, que lo barato suele salir caro. La propia experiencia de la revista lo ratificaría.[11]
¿Qué sucede hoy? El que en un año y 4 meses, la Facultad sólo haya publicado un número de la revista es de por si un retroceso. No se trata de salir cuando se pueda. La Facultad tiene una obligación ética con la comunidad nacional, la revista es una de las formas más sostenidas de proyección hacia ella, con los análisis, avances de investigación, ensayos, reflexiones y propuestas de la docencia sanmarquina sobre los múltiples problemas económicos y sociales del país y el mundo. Siempre se afirma que San Marcos, como Universidad decana de América, debe ser un referente del pensamiento social, hay que demostrarlo en los hechos.
Justificarse con la supuesta carencia de fondos no es ajustarse a la verdad. La Facultad tiene los recursos suficientes para encarar la publicación de la revista con una periodicidad trimestral, lo que sucede es que se privilegian otros pagos[12], al no comprenderse la importancia estratégica de la revista en la búsqueda de la legitimidad perdida. Los 30 números editados –salvo el número 19 por las razones expuestas- cimentaron un camino de reencuentro de la Facultad con el país y sus gentes, el enmudecimiento de hoy nos vuelve a separar. ¿Quiénes ganan y quienes pierden? Ganan aquellos sectores que en el país trabajan porque la Universidad pública, y San Marcos en especial, permanezcan encerrados en sus claustros, lejos del día a día de la economía y sus efectos en las mayorías nacionales; pierde la Universidad, la docencia sanmarquina, el país, sus gentes, diluyéndose, otra vez, la posibilidad de hacer realmente de San Marcos un centro de estudios al servicio de las mejores causas.
Justificarse con la supuesta carencia de fondos no es ajustarse a la verdad. La Facultad tiene los recursos suficientes para encarar la publicación de la revista con una periodicidad trimestral, lo que sucede es que se privilegian otros pagos[12], al no comprenderse la importancia estratégica de la revista en la búsqueda de la legitimidad perdida. Los 30 números editados –salvo el número 19 por las razones expuestas- cimentaron un camino de reencuentro de la Facultad con el país y sus gentes, el enmudecimiento de hoy nos vuelve a separar. ¿Quiénes ganan y quienes pierden? Ganan aquellos sectores que en el país trabajan porque la Universidad pública, y San Marcos en especial, permanezcan encerrados en sus claustros, lejos del día a día de la economía y sus efectos en las mayorías nacionales; pierde la Universidad, la docencia sanmarquina, el país, sus gentes, diluyéndose, otra vez, la posibilidad de hacer realmente de San Marcos un centro de estudios al servicio de las mejores causas.
En consecuencia, debe retomarse el camino de la publicación regular de la Revista de la Facultad, convocarse a los docentes que con sus escritos le dan caché, retomar el contacto con los colaboradores de España, Estados Unidos de Norteamérica, Canadá, Argentina, Japón, Puerto Rico, Cuba, Brasil, etcétera, dotar al proyecto de un presupuesto intangible, y asegurar que en los diferentes etapas de su edición se cumpla estrictamente con la recomendación de la Oficina General de Auditoría de la Universidad, explicitada en la nota Nº 11 de este artículo.
Ciudad Universitaria, setiembre de 2008
NOTAS Y PRECISIONES
[1] THORNDIKE, Guillermo, El Rey de los Tabloides, USMP, Lima, 2008, p.57
Ciudad Universitaria, setiembre de 2008
NOTAS Y PRECISIONES
[1] THORNDIKE, Guillermo, El Rey de los Tabloides, USMP, Lima, 2008, p.57
[2] Entre julio de 1996 y setiembre del año 2006, la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de San Marcos publicó 30 números de su revista. Con excepción del número 19, publicado en marzo del año 2001, los demás números fueron coordinados por el suscrito.
[3] Además de la revista y boletines internos coordinamos la edición de los libros Cristal de Mira (Humberto Campodónico), Deuda Externa Peruana 1969-2004 ¿Atrapados sin salida? (Hugo Lezama Coca), Introducción a las Cuentas Nacionales, Conceptos y Aplicaciones (Aurelio Valdez Caro), dos antologías de artículos publicados en el diario Síntesis, editados con los nombres de Días Con Huella, a propósito de los Jueves Económicos (2000), Bitácora Académica, Crónicas sobre el Perú real 2000-2002 (2004) y Per cápita, boletín especializado…
[4] El documento “Nuestra alternativa” apareció en febrero de 1993, suscrito por los profesores Jorge Cabrejos, Antonio Lama, Vicente Fernández, Carlos Quiroz y Adolfo Medrano.
[5] La primera época de la revista fue la fundacional, se extendió hasta los años 60 del siglo XX, en que se extinguió. La segunda época se inaugura con la Administración de ESTRADE en 1996, con la Universidad intervenida, a ella corresponden las ediciones del número 1 al 18. El número 19 de la revista, publicado en marzo del año 2001, se editó en un periodo de transición hacia la restauración del Estado de derecho en la Universidad; mientras que la tercera época se abrió con el número 20, nuevamente con los representantes de ESTRADE en el gobierno de la Facultad. Los objetivos anotados, como los alcances del conjunto del proyecto editorial, figuran en la Resolución Rectoral Nº 06426-R-01 del 10 de octubre del año 2001.
[6] Revista de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNMSM, Año II, Nº 3, Lima, abril 1997, pp.4-5.
[7] Revista de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNMSM, Año III, Nº 9, Lima, setiembre de 1998.
[8] El PNUD tuvo el gesto de autorizar a sus funcionarios divulgar en el número 27 de la revista el Informe sobre Desarrollo Humano, Perú 2005, el mismo que fue distribuido en un CD con cada ejemplar de la misma. Asimismo, en el número 29 de la revista, de junio del año 2006, publicamos el documento “La construcción de la ciudadanía está incompleta”, de Jorge Chediek.
[9] Los números 13, 14,18 y 20, contaron con escritos de Bernardo Kliksberg.
[10] Dejamos la revista camino a ser acreditada por la representación peruana de Scielo (Scientific Electronic Library), su ficha ya estaba en Latindex. De acuerdo con las comunicaciones de CONCYTEC el tema no pasaba por la calidad de los artículos, sino por cumplir requisitos de orden formal.
[11] En junio del año 2001, en el periodo de la transición, fui denunciado ante la Alta Administración de la Universidad por el Mag. Gilberto Cárdenas, en ese entonces director del Instituto de Investigaciones, por un supuesto sobreprecio a la edición de 18 números de la revista. Señalaba la denuncia (Oficio 094-IIE-2001) que mientras que el número 18 había tenido un costo de S/ 21,000 soles, el número 19, editado por las autoridades de transición, había costado S/ 5,850 soles, “teniendo ambas las mismas características, número de ejemplares y volumen”. La diferencia de S/ 15,150 soles, multiplicada por 18 números arrojaba un supuesto sobreprecio de S/271, 700 soles, lo que evidenciaría, según el denunciante, un uso irregular de los recursos de la Facultad. El informe del Auditor General de la Universidad (Oficio 490-2001-UNMSM/AI de fecha 6 de setiembre de 2001) fue contundente: a.- El costo de la publicación de la revista 18 y números anteriores “se encuentra dentro de los precios de mercado, teniendo en consideración la calidad del trabajo requerido”, b.- La revista 19 había sido publicada a un costo menor, sin embargo había dado lugar “a un trabajo de menor calidad y con muchas deficiencias”. Finalizaba el informe con una recomendación: que en los procesos técnicos de cotización y elaboración del cuadro comparativo de cotizaciones y adjudicación de la buena pro DEBÍA TENERSE PRESENTE NO SOLO EL FACTOR PRECIO, "SINO TAMBIÉN LA CALIDAD, CANTIDAD, OPORTUNIDAD Y LUGAR DEL SERVICIO REQUERIDO".
¿Qué habían hecho los editores de la revista Nº 19 para bajar sus costos? Pues habían contratado a una imprenta “que cobraba menos” y que se encargaba de la diagramación, carátula e impresión, incorporando además a un estudiante de Comunicación para las correcciones de estilo. Para estos colegas, según el informe 001-REV-2001, resultaba gravoso contratar a una diseñadora gráfica para la carátula, pagar por el trabajo de corrección y edición de interiores, y luego contratar una imprenta de primera; además de costear los envíos y el apoyo administrativo. Las conclusiones del Auditor nos eximen de mayores comentarios, aunque es bueno, finalmente, indicar que el encargado de la edición de la revista Nº 19, figura hoy en los créditos de la revista Nº 31 como Coordinador de Edición, y que la imprenta que “cobró menos” y que entregó un trabajo “de menor calidad y con muchas deficiencias” en ambas ediciones ha sido la misma; lo que revela, si nos fijamos en la impresión del número 31, que la experiencia no se ha asimilado, de lo contrario no le faltaría su hoja de respeto, no hubiera disminuido el gramaje del papel, y la carátula no mostraría los efectos del trabajo de una imprenta “que cobra menos”.
[12] En la presentación de la revista Nº 31 se lee que ella sale luego de superar “dificultades económicas encontradas”. Esto no es así. Consta en los documentos de entrega de cargos que en junio de 2007 ESTRADE dejó S/ 500, 000 nuevos soles a la nueva administración, cantidad más que suficiente para editar la revista, teniéndose en cuenta, además, que se dejaron - así lo señala el acta- 24 artículos. De no haber existido ese dinero, el Decano, el Director de la Unidad de Post Grado y el secretario docente de la misma no hubieran podido viajar a Francia en octubre de ese mismo año, desplazamiento que según la Resolución Rectoral Nº 05472-R-07 del 12 de octubre de 2007 tuvo un costo de US$ 11,882.75 dólares americanos. Ahora bien, en el caso hipotético de ser cierta la afirmación de las “dificultades económicas encontradas”, ¿no se han realizado acaso Programas de Titulación, de cuyos ingresos no podría haberse destinado una partida para cubrir los gastos de la la revista?
En ese mismo sentido, si la Ley Nº 27806, de Transparencia y Acceso a la Información pública se cumpliera en la Facultad, podríamos observar como solamente en el pago de bonificaciones a las autoridades y funcionarios de la Facultad, de junio a diciembre del año 2007, se gastó más de lo que hubiera costado editar, como mínimo, tres números de la revista.
¿Qué habían hecho los editores de la revista Nº 19 para bajar sus costos? Pues habían contratado a una imprenta “que cobraba menos” y que se encargaba de la diagramación, carátula e impresión, incorporando además a un estudiante de Comunicación para las correcciones de estilo. Para estos colegas, según el informe 001-REV-2001, resultaba gravoso contratar a una diseñadora gráfica para la carátula, pagar por el trabajo de corrección y edición de interiores, y luego contratar una imprenta de primera; además de costear los envíos y el apoyo administrativo. Las conclusiones del Auditor nos eximen de mayores comentarios, aunque es bueno, finalmente, indicar que el encargado de la edición de la revista Nº 19, figura hoy en los créditos de la revista Nº 31 como Coordinador de Edición, y que la imprenta que “cobró menos” y que entregó un trabajo “de menor calidad y con muchas deficiencias” en ambas ediciones ha sido la misma; lo que revela, si nos fijamos en la impresión del número 31, que la experiencia no se ha asimilado, de lo contrario no le faltaría su hoja de respeto, no hubiera disminuido el gramaje del papel, y la carátula no mostraría los efectos del trabajo de una imprenta “que cobra menos”.
[12] En la presentación de la revista Nº 31 se lee que ella sale luego de superar “dificultades económicas encontradas”. Esto no es así. Consta en los documentos de entrega de cargos que en junio de 2007 ESTRADE dejó S/ 500, 000 nuevos soles a la nueva administración, cantidad más que suficiente para editar la revista, teniéndose en cuenta, además, que se dejaron - así lo señala el acta- 24 artículos. De no haber existido ese dinero, el Decano, el Director de la Unidad de Post Grado y el secretario docente de la misma no hubieran podido viajar a Francia en octubre de ese mismo año, desplazamiento que según la Resolución Rectoral Nº 05472-R-07 del 12 de octubre de 2007 tuvo un costo de US$ 11,882.75 dólares americanos. Ahora bien, en el caso hipotético de ser cierta la afirmación de las “dificultades económicas encontradas”, ¿no se han realizado acaso Programas de Titulación, de cuyos ingresos no podría haberse destinado una partida para cubrir los gastos de la la revista?
En ese mismo sentido, si la Ley Nº 27806, de Transparencia y Acceso a la Información pública se cumpliera en la Facultad, podríamos observar como solamente en el pago de bonificaciones a las autoridades y funcionarios de la Facultad, de junio a diciembre del año 2007, se gastó más de lo que hubiera costado editar, como mínimo, tres números de la revista.
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