domingo, 19 de octubre de 2008

CAMBIAR ALGO PARA
QUE NADA CAMBIE


ALBERTO MOSQUERA MOQUILLAZA


Se está recordando, en este año, los 80 años de haberse publicado, por primera vez, los 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana de José Carlos Mariátegui; que reunió, como lo señaló el autor, sus escritos en Mundial y Amauta sobre aspectos sustantivos de la realidad peruana. Uno de estos textos fue “El hecho económico en la historia peruana”, que apareció en Mundial el 14 de agosto de 1925, orientado a destacar la importancia del análisis de la trama económica de toda política, recusando de esta forma a quienes, en esos años, trataban de explicar la historia peruana de una manera romántica o novelesca, centrando siempre la atención, escribía el Amauta, en el protagonista, al margen de los intereses o pasiones que éste personaje podía presentar, y por tanto del análisis objetivo de la propia realidad económica y social.

Traigo a colación ese escrito de Mariátegui porque observo, en el examen de la presencia de Yehude Simon en el Gabinete remozado del Presidente García, justamente ese error de interpretación criticado por el autor de los 7 Ensayos; ya que al margen del análisis de la situación concreta se elucubran supuestas posibilidades de maniobra que tendría el flamante Premier para imponerle un ritmo diferente a la política económica trazada por el régimen. Se habla del pasado izquierdista de Simon, de su química con los sectores sociales olvidados o golpeados por el neoliberalismo, de sus éxitos en el gobierno regional de Lambayeque, de su vocación concertadora y de su pragmatismo; éstas tres últimas virtudes resaltadas por el propio Simon, los círculos gobernantes y los empresarios peruanos.

Todo esto puede ser cierto, como seguramente su buena voluntad y su espíritu humanitario. Pero lo que también es cierto es que el gobierno del Presidente García tiene sus coordenadas económicas y políticas ya trazadas, que responden a los intereses del gran capital nativo y de las transnacionales, que son precisamente los más interesados en que sustancialmente nada cambie; o en el peor de los casos – por ello es importante Simon – dispuestos a permitir que algo cambie, pero para que en lo fundamental nada varíe en la hoja de ruta magníficamente trazada por el Presidente García en sus escritos sobre el perro del hortelano.

Debemos recordar que nada sustancial ha ocurrido en el campo de la confrontación social, primer referente que hay que tener en cuenta, como para pensar, más o menos seriamente, que el gobierno del Presidente García vaya a cambiar el sentido de sus políticas neoliberales. Si se piensa que por el escándalo de los audios y el consiguiente remozamiento del gabinete ministerial, la hoja de ruta del régimen se modificará, olvidan el pasado reciente. La revelación de los vladivideos en los años de la dictadura fujimorista, ocasionó un verdadero terremoto político en el país, pero con todos sus efectos, en lo que atañe a modelo económico, nada cambió.

Crisis como las originadas por la difusión de los llamados petroaudios pueden originar remezones políticos, como el que efectivamente ha ocurrido, que obligan a los regímenes a cambiar de operadores – en este caso muy parcialmente- tratando de darle un matiz diferente al manejo de la cosa política; pero en tanto los encumbrados nuevos personajes no pongan en cuestión los fundamentos de la política económica, bienvenidos sean.

Por esto es que los principales círculos empresariales del país le han dado el visto bueno a Yehude. Pragmáticos como el Premier, no se hacen problemas con su pasado político. Al contrario, sabiendo de sus capacidades gubernamentales y concertadoras, están seguros de que garantizará la continuidad del modelo económico, sin dejar de lado – como lo ha manifestado el Presidente de ADEX- el tema social, vital en la actual coyuntura, en que se aproximan situaciones de conflicto, por las propias contradicciones del modelo- que ya habían ocasionado encontronazos con el gobierno por parte de las regiones o gremios como el de los médicos y docentes universitarios- así también por los efectos de la crisis del capitalismo norteamericano, que ya se están sintiendo en la economía peruana.

Si en esos sectores empresariales persistieran algunas dudas, el propio Simon se está encargado de despejarlas. Ante la CGTP acaba de anunciar que por el momento no será posible un aumento de sueldos ni un cambio en el modelo económico “porque es muy difícil cambiarlo de la noche a la mañana”; y ha revelado, además, que a los dirigentes de la misma Central les ha manifestado “que jamás, por más hombre de izquierda que sea, voy a permitir que se tomen carreteras porque el peso de la ley va a caer”.

La dureza de este lenguaje, contrasta con su actitud ante el impertérrito Ministro de Economía, quien según Simon “tiene mucha calidad humana y técnica”, y al que quiere llevar a las regiones de mayor pobreza para convencerlo de que hay que “repensar en los recortes presupuestales” para no generarse problemas.

Por esto, al empezar esta nota, recordábamos a Mariátegui, para justamente ir más allá de las buenas o malas voluntades de los personajes, de sus virtudes o defectos, y hallar en el entramado económico y político, en el caso de Yehude Simon, las posibilidades reales o no de sus márgenes de maniobra. Que habrán cambios, los habrá, como lo demuestran los nuevos aíres coloquiales que ha llevado al Gabinete, pero dadas las circunstancias concretas por las que atraviesa el país, esos cambios, aunque resulte paradójico, no conllevarán modificaciones fundamentales en el manejo de la economía peruana.

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