CRISIS ALIMENTARIA
Y POBREZA
Oxfam Internacional presenta el informe “Precios de doble filo”, donde denuncia la desprotección de los pequeños productores por parte de sus gobiernos y de las instituciones financieras mundiales
La escalada de los precios de los alimentos, lejos de beneficiar a los pequeños agricultores de los países en desarrollo, ha empeorado su situación y ha profundizado la pobreza y la desigualdad de 290 millones de personas. Este es una de las conclusiones que se desprenden del informe “Precios de doble filo” que la organización Oxfam Internacional ha hecho público hoy, coincidiendo con el Día Mundial de la Alimentación.
El informe destaca que el precio de los alimentos, ya sean altos o bajos, ha demostrado ser un arma de doble filo: sufren consumidores y productores por igual. En América del Sur, esta crisis podría afectar de manera directa a las familias más pobres, que destinan entre el 50% y 70% de sus ingresos a comprar alimentos y se han visto forzadas a modificar su dieta con alimentos de menor valor nutricional, reducir la cantidad de comida y recortar el gasto en educación y en salud.
Pero la crisis no ha afectado a todos los países por igual. Algunos han resistido mejor porque en los últimos 20 años han invertido más en su pequeña agricultura y en redes de protección social para los más pobres. En su informe, Oxfam ha identificado los países que están resistiendo a la crisis gracias al aumento de la inversión en sus pequeños productores; mediante políticas de desarrollo rural y mejora de sus programas sociales. Este es el caso de Brasil, donde las políticas fortalecieron el potencial agrario del país, donde la agricultura familiar representa el 85% de las fincas, suministra los alimentos del mercado interno y emplea el 70% de la fuerza de trabajo en el campo. Un estudio técnico que acompaña el informe concluyó que el caso de Brasil prueba de que las políticas agrarias pueden adaptarse a la diversidad y heterogeneidad de la agricultura familiar.
Teresa Cavero, autora del informe, asegura que en países donde los gobiernos han invertido en agricultura y donde se han llevado a cabo políticas de apoyo a las poblaciones más vulnerables o desfavorecidas, el impacto de la subida de precios ha sido menos severo. “Por el contrario, en aquellos países donde la liberalización comercial se ha llevado a cabo de manera descontrolada, donde no se ha invertido lo suficiente en agricultura, y donde los sistemas de apoyo gubernamentales son frágiles o nulos, los efectos han sido devastadores”, apunta la autora.
En las últimas décadas, la ayuda internacional al desarrollo de la agricultura descendió desde el 18 por ciento en los años en los años 80, hasta un 4 por ciento en la actualidad. Esta disminución es consecuencia del modelo de crecimiento económico promovido por las Instituciones Financieras Internacionales que no está basado en la agricultura.
Principales afectados
El encarecimiento de los alimentos ha aumentado los niveles de pobreza en las zonas rurales, en un escenario donde los mercados están concentrados en pocas empresas y donde el aumento del transporte y de insumos agrícolas –como fertilizantes- nos le permite a los pequeños productores obtener ganancias de la alza de precios. Las mujeres son las más perjudicadas, ya que sobre ellas recae la responsabilidad de alimentar a la familia y a menudo son las primeras que reducen su ración de alimentos. Además, aunque son ellas quienes producen mayoritariamente los alimentos básicos, raramente son propietarias de las tierras (sólo son propietarias del 11% del suelo en Brasil y del 13% en Perú) y tienen limitado acceso a medidas de protección, como seguros agrarios y créditos.
Propuestas para paliar la crisis alimentaria
En el informe, Oxfam destaca una serie de recomendaciones que pueden servir de guía a los países en desarrollo en caso de que la crisis alimentaria se mantenga o se vuelva a repetir.
Según Oxfam, los gobiernos deben invertir en políticas agrarias y de seguridad alimentaria para evitar que la pobreza rural y la inequidad se profundicen. Medidas para promover la producción como créditos, precios de garantía, subvenciones a los insumos e inversión en infraestructura permiten enfrentar mejor la crisis. Las poblaciones rurales en riesgo de perder sus cosechas y semillas por friaje, sequía o fenómenos agravados por el cambio climático, deben recibir atención prioritaria.
Según el informe, los gobiernos también deben garantizar el acceso a la tierra y al agua, especialmente para las mujeres productoras y comunidades indígenas y campesinas. Estos recursos son vitales para la producción de alimentos y hasta ahora se mantienen en desigual distribución y falta de control.
De igual manera, sector privado y gobiernos deben respetar los derechos laborales de los trabajadores rurales, especialmente de las mujeres trabajadoras de la agroindustria. El trabajo estacional en la agricultura debe complementarse con programas que compensen los ingresos familiares en épocas de baja. Los países que aumentaron los salarios de los trabajadores rurales, lograron enfrentar mejor la crisis sin disminuir su seguridad alimentaria y nutricional de sus familias.
Oxfam hace otra recomendación clave: que la Unión Europea y los EEUU no presionen a los países a firmar acuerdos comerciales que afecten su agricultura, mientras mantengan sus altos subsidios. De lo contrario, los efectos sobre la agricultura serán perversos, porque los mercados se inundarán con alimentos subvencionados.
Para Oxfam, los gobiernos –con la cooperación internacional- deben apoyar otros modelos de desarrollo agrario que sean más inclusivos, donde se potencien las alianzas entre productores y consumidores y se dé mayor poder y beneficios a los pequeños productores en las cadenas de valor.
Beneficios de las multinacionales agroalimentarias
Oxfam Internacional también destaca que pese a agravarse la situación de los pequeños productores, determinadas compañías agroalimentarias han incrementado sus ventas este año como consecuencia de la subida de los precios de los alimentos. A modo de ejemplo, la empresa Monsanto, dedicada a la venta de semillas, que ha alcanzado 3,6 billones de dólares de beneficios en los cinco primeros meses de este año y la multinacional Nestlé, que ha incrementado sus ventas cerca de un 9 por ciento en la primera mitad de 2008. Otras empresas, como la francesa Carrefour y la norteamericana Wal-Mart aseguran que la venta de alimentos es el principal factor que mantiene en alza sus beneficios.
Lamentable respuesta de la comunidad internacional
A diferencia de la crisis financiera, a la que Estados Unidos y Europa han respondido de forma inmediata y con cifras astronómicas, la respuesta a la crisis de alimentos todavía se hace esperar. De los 12.300 millones de dólares que la FAO pidió en junio en la reunión de alto nivel de Roma, apenas se han recaudado algo más de 1.000 millones. El grupo de trabajo de alto nivel de Naciones Unidas sobre precios de los alimentos calcula en 30.000 millones de dólares anuales lo que se necesitaría para paliar la crisis. Una cifra que contrasta con los 700.000 millones de dólares aprobados estos días por la Reserva Federal Norteamericana y con los dos billones de euros comprometidos por la Unión Europea.
“La crisis financiera no es fruto de la fatalidad sino consecuencia de la aplicación de políticas equivocadas. Igualmente la crisis alimentaria es fruto de años de abandono de la agricultura y de políticas erróneas. En ambos casos, los países que han regulado mejor sus mercados se encuentran ahora en mejor posición”, concluye Cavero.
Oxfam Internacional
16-10-08
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