CRISIS FINANCIERA DESPLAZÓ
AL PROCESO ELECTORAL
RAMÓN SÁNCHEZ PARODI MONTOTO*
A partir del pasado lunes 29 de septiembre, cuando la Cámara de Representantes rechazó sorpresivamente por 228 contra 205 el proyecto de ley que autorizaba el empleo de 700 000 millones de dólares para salvar el sistema financiero norteamericano, el panorama electoral presidencial en Estados Unidos ha sufrido un abrupto cambio. La búsqueda de un remedio inmediato para impedir la debacle de la economía relegó a un segundo plano los avatares de la contienda electoral.
El debate de los candidatos a la vicepresidencia fue un espectáculo, en el que el demócrata Biden llevó la mejor parte.
Los datos dados a conocer el viernes por el Departamento de Trabajo sobre la situación del empleo, indican que la economía sigue en descenso. El desempleo sigue siendo del 6,1% y se mantiene la tendencia de todo el año 2008 de la desaparición de puestos de trabajo todos los meses. En septiembre se cerraron 159 000 puestos de trabajo, para llevar el total acumulado del año a 760 000. Otro organismo privado informó que el sector no manufacturero se mantuvo prácticamente estancado durante septiembre.
El problema de la economía norteamericana es mucho más profundo que lo aceptado por los círculos dirigentes. Va más allá de premiar o castigar a los ejecutivos de las casas bancarias que tomaron las finanzas como ruletas en un casino. O en restablecer el flujo de los créditos. O de emplear o no emplear para ello o para mantener millones de casas en manos de los ciudadanos que han tomado hipotecas que no pueden pagar, lo que se da en llamar "el dinero de los contribuyentes", que quiere decir los fondos públicos. Sin embargo, es en estas cuestiones que se concentra hoy la atención y el esfuerzo de los líderes políticos y empresariales norteamericanos y de los medios de difusión. El ciudadano medio teme por la pérdida de su bienestar personal actual y futuro y quiere una solución ya y ahora, no para después de las elecciones.
Cualquier solución a corto plazo es engañosa. Los analistas económicos del "establishment" norteamericano reconocen que el sistema está en crisis y que tomará años en recuperarse, pero nadie sabe hasta dónde llegará la crisis, y se exponen las más disímiles ideas sobre cómo solucionar el problema. Es como un episodio del doctor House donde los médicos advierten los síntomas de un enfermo grave y recomiendan o ensayan diversos tratamientos porque en realidad no saben cuál es la etiología del mal que lo aqueja. No se atreven a ir a la raíz del problema y buscan a quién echarle la culpa. Pero en esta situación no hay doctor House que valga.
Para atenuar ese problema la salida ideada por la administración Bush, con el apoyo de los legisladores demócratas y republicanos del Congreso y por Obama y McCain, reflejada en las decisiones del miércoles en el Senado y del viernes en la Cámara de Representantes (que finalmente aprobó el nuevo proyecto con una votación de 263 vs. 171), ha sido comprar una aspirina de 850 000 millones de dólares, que parafraseando a Marx "seca la lágrima pero no la fuente". Los 150 000 millones de dólares adicionales con relación a la idea original que los "contribuyentes" deben pagar por ese analgésico, representan el costo de "golosinas" (intereses especiales de legisladores) que han sido adicionados al plan original para garantizar la aprobación del proyecto de ley. La consigna que parece haber guiado a los dirigentes norteamericanos es similar a aquella frase que se atribuye al monarca francés Luis XV: "Detrás de mí, el diluvio". El presidente Bush firmó la ley breve tiempo después de ser aprobada por la Cámara de Representantes.
De un plan de rescate inicial, contenido en un bosquejo de tres páginas presentado por el Secretario del Tesoro, Henry M. Paulson, Jr y el presidente de la Junta de la Reserva Federal, Ben S. Bernanke, se pasó a un proyecto de ley de 106 páginas que fue rechazado por la Cámara de Representantes el 29 de septiembre, y después al otro proyecto con 451 páginas, aprobado finalmente el viernes 3 de octubre. Imposible que algún legislador haya sido capaz de leerse tremendo cartapacio, antes de aprobarlo.
Lo cierto es que la crisis ya ha rebasado a las casas financieras. Comienza a afectar a entidades bancarias comerciales, empieza a paralizar las actividades de las grandes, medianas y pequeñas empresas y se extiende hacia Asia, Europa y América Latina. Este comentarista no quiere convertirse en un profeta del Apocalipsis, pero es necesario advertir que la actual crisis financiera en Estados Unidos será prolongada y profunda y no puede resolverse simplemente tratando algunos síntomas superficiales, como se pretende hacer con la reciente decisión del Congreso.
En cuanto a la batalla por los votos electorales de los estados, la tendencia se inclina por el candidato demócrata, sobre todo por el efecto negativo que ha tenido sobre la aspiración de McCain la acentuación de la crisis económica. Funcionarios de la campaña de McCain han reconocido que para ganar la elección, el candidato republicano necesita ganar todos los estados que se consideran sólidamente de su lado, más uno de tres estados en disputa (Pennsylvania, Wisconsin o Minnesota), en los cuales el promedio de las encuestas lo colocan entre 7,9% y 5% por debajo de Obama. Ganando uno de esos tres estados, según dichos funcionarios, McCain podría alcanzar 260 votos electorales y buscaría los diez restantes en Nevada, Colorado y New Hampshire, e intentaría ganar el Segundo Distrito electoral del estado de Maine, que junto con el de Nevada constituyen los dos únicos estados del país donde al triunfador en el voto popular no se le adjudican todos los votos electorales.
El jueves la campaña de McCain decidió retirar el grueso de su esfuerzo del estado de Michigan, que consumía alrededor de un millón de dólares semanales en anuncios y personal, donde ya las encuestas públicas y privadas apuntan una ventaja para Obama de más del 10%. McCain también canceló una visita a Michigan programada para la próxima semana.
Los datos de las encuestas y de la situación de las campañas sobre el terreno, indican que la lucha se concentra ahora sobre todo en siete estados. En todos ellos Obama ha ido subiendo en la preferencia de los votantes, según el promedio calculado por la organización RealClearPolitics (de corte liberal y pro-demócrata). En cinco de ellos la ventaja de Obama, según dicho promedio, oscila entre un 3% (en Florida) y un 0,5% (North Carolina y Nevada), además de Ohio (2%) y en Virginia, 2,4%; mientras, McCain aventaja en Indiana en un 2,2% y en Missouri, 1,7%. Todos estos índices (que además son un promedio de diversas encuestas) están ampliamente dentro del margen de error que permite el diseño de las mismas.
En estas nuevas circunstancias, Obama ha colocado a McCain contra la pared. El momento se manifiesta a favor de Obama, cuando faltan 30 días de la campaña electoral. De guiarnos por el juego de los números, Obama sería el ganador si las elecciones tuvieran lugar hoy, pero aún quedan cuatro semanas de campaña. La situación es extremadamente volátil y los márgenes que ofrecen las encuestas son muy estrechos, no tan solo en los siete estados señalados, sino incluso en otros con muchos votos electorales en que hoy Obama disfruta de ventajas por encima del margen de error estadístico en la mayor parte de las encuestas.
El debate entre los candidatos vicepresidenciales despertó la curiosidad en una amplia parte de la ciudadanía. Querían ver cómo se comportaba Sarah Palin después de algunas presentaciones desafortunadas, especialmente en las entrevistas que concediera a Charlie Gibson, de la cadena ABC, y a Katie Couric, de CBS. Se estima que este debate tuvo una mayor audiencia que el sostenido entre McCain y Obama el 26 de septiembre.
Nuevamente el debate se convirtió en un espectáculo para ver cuál de los dos candidatos se comportaba y lucía mejor. Presenciar si a Joseph Biden "se le iba la lengua" o si Sarah Palin no era capaz de expresarse de forma coherente y mostrar que estaba apta para manejar temas complicados. En definitiva ambos se desenvolvieron de manera aceptable. Biden fue comedido y cortés; dedicó la mayor parte del tiempo a expresar ideas sobre el plan de gobierno de Obama y a atacar a McCain por el apoyo pleno que brindó a Bush durante sus dos mandatos presidenciales. Palin, por su parte, actuó de manera familiar y hasta coloquial; invirtió una gran parte del tiempo a resaltar sus logros y a tratar de mejorar su imagen como dirigente con experiencia. El resto del tiempo defendió a McCain y atacó a Obama, sin aportar ningún elemento nuevo o de peso.
Las encuestas tomadas después del debate, indican que Biden fue considerado ganador. El 51% de los televidentes de CNN que respondieron, consideraron ganador a Biden y solo el 36% a Palin. Una encuesta de HCD Researh indica que los demócratas dan como ganador a Biden por 87 a 11; los republicanos ven como ganadora a Palin, 80 a 19; y los independientes dieron como ganador a Biden 69 a 31.
Palin lució aceptable en el debate y logró en algo restablecer su imagen, pero sigue siendo una carga para McCain, quien tendrá que seguir "pastoreándola" durante las próximas cuatro semanas. El debate vicepresidencial pronto pasará al olvido y Palin ha perdido la capacidad de resultar un elemento inspirador y aglutinador de los votantes republicanos e independientes. McCain se ha quedado solo en la contienda.
El autor es especialista en Relaciones Internacionales y fue jefe de la Sección de Intereses de Cuba en Estados Unidos de septiembre de 1977 a abril de 1989.
Granma
4-10-08
No hay comentarios:
Publicar un comentario